Presentación de ‘Gaspar García Laviana: visto desde Asturias’ en la Biblioteca de Asturias

El jueves 13 de diciembre a las 19:30 horas en el salón de actos de la Biblioteca de Asturias “Ramón Pérez de Ayala” se presentará el libro Gaspar García Laviana: visto desde Asturias, coordinado por José María Álvarez Rodríguez. En el acto intervendrán José María Álvarez Pipo y Javier Fernández Conde.

EL LIBRO

El libro se publica este año 2018 con ocasión del 40.º aniversario de la caída en combate de Gaspar García Laviana, hecho que sucede el 11 de diciembre de 1978. Se trata de un gesto más para mantener viva la memoria de este misionero asturiano, que algunos consideramos que es un personaje excepcional por su entrega a los más empobrecidos y por los valores que motivaron su vida, tal como la justicia, la solidaridad, la libertad… y la paz de los nicaragüenses, que sufrían las continuas violencias de todos sus derechos fundamentales, incluida la propia vida. Lo hacemos porque creemos que es una buena referencia de vida de cualquiera que estime la dignidad de la persona humana.

En esta publicación se recoge mucho del material que había aparecido en los medios escritos asturianos sobre Gaspar desde su muerte hasta el año 2017, también algunos textos de las misas y de las ofrendas florales que se celebran en Tuilla para conmemorar su muerte, acto que se suele hacer el sábado siguiente al 11 de diciembre, todos ellos escritos por una de las asociaciones que llevan el nombre de Gaspar García Laviana.

Hay una serie de artículos hechos expresamente para ser publicados en este libro. Todos los que han sido invitados a escribir para esta ocasión son asturianos. Algunos son miembros del Foro Gaspar García Laviana, los hay que le conocieron personalmente, otros fueron invitados a escribir porque estuvieron en Nicaragua o por ser de El Entrego, el pueblo donde nació Gaspar.

En estas páginas se trata también el contexto de vida de Gaspar, incluido el ideológico, y el eco que tuvo su muerte en Asturias. Se recogen conversaciones, entrevistas y algunas cartas de Gaspar, entre las que están las dos más importantes: la que dirige a los obispos, sacerdotes y religiosos(-as) y a los nicaragüenses.

Es un libro en formato 17×24, 504 páginas impresas a 1/ tintas sobre coral book ivory (ahuesado) de 90 g. Cubierta: impresa a 4/0 tientas sobre cartulina gráfica 280 g. plastificada mate una cara y solapas de 10 cm, encuadernación rústica cosida.

EL PERSONAJE

Era el 11 de diciembre del año 1978. Andaban ellos, los sandinistas, guerreando en la montaña contra la Guardia Nacional somocista, allá por el paraje El Disparate, un lugar del municipio de Cárdenas, en Nicaragua. Fue donde cayó en combate Gaspar García Laviana, el comandante Martín. Con él cayeron también Ángel y Miguel. Cuatro nombres de una misma persona, inmortalizados en la canción que los de Palacagüina le dedicaron a su amigo, el misionero asturiano que araba sobre la mar.

El mar, Nicaragua, siempre borrascoso mientras por él navegó Gaspar, viendo en carne viva las heridas de su pueblo, la explotación inicua del campesino, el inmundo tráfico carnal al que se somete a las jóvenes humildes, entregadas a la prostitución por los poderosos; y mientras, tocando también con sus manos la vileza, el escarnio, el engaño, el latrocinio de los poderosos, la corrupción, la represión inmisericorde de su pueblo, que padecía tortura y cárcel por reclamar lo que es suyo: un país libre y justo.

Así describe nuestro protagonista la bravura del oleaje que laceraba un día y otro su sensible corazón, cuya roja sangre espoleaba su rebelde e impetuoso espíritu. Todo ello fue lo que le condujo hacia el único camino de liberación que en su horizonte él vio: la guerrilla que combatía a la dictadura responsable de todas esas violencias que agitaban Nicaragua, cuya solución había de ser necesariamente estructural.

Decía alguien que “Gaspar no fue a la guerra a matar, sino a morir”. Él había sido educado para la paz, ¿cómo había entrado en la lucha armada? Para él la paz no era la de los cementerios, ni la de los oprimidos que viven con la pistola en la sien; la paz no es el silencio, que puede haberlo por estar amordazados los que tendrían que gritar sus dolores. La paz es obra de la justicia. Por eso, la sociedad descrita por Gaspar llevaba muchos años viviendo en estado de guerra, la paz solo sería posible si era conquistada. Y lo fue con la victoria del Frente Sandinista a los siete meses de su muerte: 19 de julio de 1979. Un mundo más justo se empezaba a abrir camino.

Pero Gaspar no sólo fue “el cura-guerrillero” de la paz, que es lo que casi siempre se resalta más en él. Empezó siendo, en sus tres años de Madrid (1966-1969), cura-obrero, un camino pastoral que se acababa de abrir de nuevo con el Concilio Vaticano II, después de haber sido prohibido durante un tiempo.

La opción por un trabajo asalariado la tomaron unos pocos sacerdotes que tenían una mentalidad común que podemos resumir así: estos curas rechazaban el nacionalcatolicismo (Concordato, paga del Estado a los curas, intervención de Franco en el nombramiento de los obispos…), rechazaban el clericalismo (exigían una Iglesia participativa, dar a los laicos, mujeres y hombres el papel que les correspondía en la Iglesia…). Entre sus ideas místicas cabe destacar: necesidad de encarnarse para evangelizar (ser como la gente, vivir como ellos y sentir con ellos …). El mensaje del evangelio había de ser transmitido sobre todo por el testimonio de vida a través del compromiso temporal: participar en sus luchas reivindicativas sindicales, políticas, ciudadanas…). Creo que lo antedicho formaba parte del núcleo ideológico de todos los curas-obreros y por eso hemos de atribuírselo también a Gaspar.

Una de las preocupaciones de los curas del posconcilio era la formación de militantes que fueran parte activa de una Iglesia viva, exigiendo y asumiendo la responsabilidad que les correspondía tanto a los hombres como a las mujeres que estaban dentro de ellla. Al llegar a Nicaragua Gaspar tendrá entre sus principales preocupaciones pastorales la formación de agentes comunitarios: delegados de la Palabra y líderes campesinos. Se prepara para ello asistiendo a los cursos organizados por el Instituto Pastoral Latinoamericano, la Conferencia de Religiosos guatemaltecos y el CELAM. Gaspar desempeñará un papel fundamental en la extensión y consolidación de las relaciones entre el Centro de Educación y Promoción Agraria (CEPA) y los sacerdotes dedicados a la pastoral rural, consciente de la importancia nacional que tenía esta iniciativa, pese a las reticencias de algunos obispos y sacerdotes.

Además Gaspar también se implica en la promoción cultural de la gente sencilla. Hay que considerar que en algunas zonas el número de analfabetos llega al 90%. Gaspar tendrá que empezar reivindicando maestros a unos gobernantes a los que nada les importaba que el pueblo supiese leer y escribir. Él mismo cuenta que dan cursos de salud, de parteras, de agricultura, de coser, de cocina… También de concienciación: les enseñan el origen del poder, qué tipos de presión se hace desde él… y les insisten que si se unen, podrán lograr grandes objetivos. También hizo escuelas con los campesinos.

Vemos, pues, que la labor de Gaspar en sus parroquias no era la típica tradicional centrada en una pastoral sacramental. Dan testimonio de ello sus parroquianos de San Federico de Madrid y de san Juan del Sur y Tola.

A Gaspar podemos darle el título de poeta de la liberación, que canta el acontecer diario con realismo, tono narrativo y estilo sencillo y directo, que habla de la solidaridad con el oprimido, de la represión política, de las injusticias sociales, de la lucha por la libertad y la igualdad, que critica aquella sociedad endiablada pidiendo su transformación. Pero, además, él mismo se compromete hasta el final en la lucha liberadora del pueblo nicaragüense. Critica también la religiosidad que aliena, que aparta a la gente de la hiriente realidad social. “Las angustias / de mi alma / no las calma / el rosario, /ni la misa, / ni el breviario. // Mis angustias / las mitigan / las escuelas / en los valles, / el bienestar / campesino, / la libertad / en las calles / y la paz / en los caminos”.

Es poeta de la liberación porque desde sus versos invita “cordialmente a la guerra al mando del general de hombres libres, Augusto César Sandino”. Desde ellos les pide que escuchen a las  mismas olas del lago pidiendo revolución y les dice que no resiste sus ojos humillados, que quiere campesinos rebeldes, que ni el miedo a la muerte no puede paralizarlos, pues “morir no es mala suerte, no, porque cree en la vida de la muerte”. En sus versos quiere hacerles ver  que el mal mayor que pesa sobre ellos no es la falta de tierra, o el hambre, o las enfermedades sin medios para curarlas. Su peor mal está en ellos mismos.

De Gaspar podemos decir que es uno de los profetas del siglo XX, porque en sus versos denuncia con fuerza y sin rodeos todos los males que afligen al pueblo nicaragüense y señala a quienes los están causando. Como hizo con el médico que cobraba a los enfermos, siendo que no tenía derecho a ello. Critica a los que “decían que eran demócratas y hacían trampas en las elecciones, a los que decían que eran cristianos y perseguían a los que iban a misa, a los que decían que querían la paz y armaban a sus soldados para matar… A los que decían que eran justos y encarcelaban al inocente y lo torturaban y se burlaban de él y lo mataban y echaban su cuerpo a los volcanes. A los que dormían con putas y aparecían con sus esposas en los desfiles y en las inauguraciones y en la iglesia comulgando… A los que comían con los obispos y a los obispos que comían con ellos”.

Profeta del siglo XX porque Gaspar, además de salir en defensa de los empobrecidos y descubrir la falsedad de la conducta social y religiosa de algunos, descubre horizontes de esperanza a los que la habían perdido, rompe con tradiciones y abre así nuevos caminos de ser cristiano, cura y misionero.

Hoy Nicaragua está pasando por un trágico momento. Algunos pensarán que su muerte ha sido en vano. Yo no lo creo. En todo caso, él estará siempre presente entre los nicaragüenses como referencia de conducta en favor de los más débiles, contradiciendo a los que conculcan los derechos humanos, a los que empobrecen a sus semejantes para enriquecerse ellos, contradiciendo siempre a los opresores que quitan libertades para mantenerse en el poder.

Texto redactado por José María Álvarez Pipo, Miembro del Foro Gaspar García Laviana.

 

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Sobre el autor

Red de Bibliotecas Públicas del Pdo. de Asturias