José Ángel Hevia: “Estamos asistiendo a la desaparición de la industria discográfica”

(Villaviciosa, 1967). Es uno de los músicos asturianos más reconocidos internacionalmente. Ha actuado en más de 40 países de todo el mundo y ha vendido tres millones de discos, teniendo en su haber multitud de discos de oro y de platino en países tan dispares como Italia, Hungría, Nueva Zelanda, Dinamarca, Bélgica… Su disco Tierra de nadie (1998), ha marcado un antes y un después no sólo en su carrera sino en la historia de la gaita asturiana. Le seguirían, con importante éxito: Al otro lado-Al otru llau (2000), Étnico ma non troppo (2003) y Obsession (2007). Firme defensor del reconocimiento del asturiano como lengua oficial, acaba de ser nombrado académico de honor dela Academia dela Llingua Asturiana.

 

El pasado Día de les Lletres Asturianes fue nombrado Académico de Honor de la Academia de la Llingua Asturiana, ¿qué sentimientos le produce?

Agradecí muchísimo este nombramiento pero para mí representa un honor inmerecido pues no soy ningún erudito de la llingua ni tampoco un estudioso. Por eso asumo que sea un nombramiento honorífico y si mi imagen pública de apoyo al asturiano puede servir tanto ala Academiacomo a la propia llingua estoy encantado de recibirlo, pero asumo que mis méritos no son más que esos.

En su discurso hizo un llamamiento a partidos políticos y colectivos para que por encima de ideologías políticas apoyasen la oficialidad…

No sé si tengo mucha esperanza de que algo así pueda ocurrir. Lo bueno es que yo sí creo mucho en ello y no creo que apoyar al asturiano sea apoyar una causa política ni a una causa excluyente de una nacionalidad respecto al conjunto del estado ni nada parecido, precisamente el miedo a que se confunda con algo así hizo mucho daño a la llingua. Creo que es muy necesario que nos abstraigamos todos de eso. El asturiano no significa política, se trata de un bien común, un patrimonio cultural de los asturianos y de la humanidad, y no va más allá. En tanto que no significa política sí que podemos pedir a todos los políticos que lo apoyen.

En ese sentido se mostró crítico con los partidos minoritarios y su desunión…

Es que yo creo que el asturiano no es prioritario ni para los grandes partidos, ni tampoco para los minoritarios. No lo es pues son incapaces de llegar a un consenso por encima de las tendencias políticas. No es una prioridad tan fuerte como para que sea su premisa electoral o programática.

“no creo que apoyar al asturiano sea apoyar una causa política ni excluyente de una nacionalidad respecto al conjunto del estado”

 

 

 

En su discurso criticó la acepción de “gaiteru” en el diccionariu, podría explicarlo  para nuestros lectores…

La acepción de gaiteru en el Diccionario dela Academiadela Llinguaviene a ser una extrapolación de la que tiene en el Diccionario dela Academia Española.Primero es “el que toca la gaita”, que ya no estoy de acuerdo con esto siquiera, pues gaitero ya no es el que toca la gaita sino el que tiene por oficio y profesión tocarla. Un matiz que los viejos gaiteros te enseñaban  y que para mi tiene mucha importancia. Pero la segunda acepción es con la que discrepo totalmente, ya no es real tampoco, la gente cuando alude al gaitero ya no piensa en una “persona festiva, de condición poco seria, en la que no se puede confiar…” Gaitero ya no es esa especie de insulto que recoge el diccionario.

Eres un seguidor de la literatura en asturiano, ¿qué cree que está fallando para que no llegue a los lectores de Asturias?

Hoy en día ya casi ni siquiera leemos literatura en castellano, tendemos a leer géneros o subgéneros literarios y la gente ya no repara si está leyendo algo traducido o no del inglés. Es más fácil que se lea un libro de un autor inglés que castellano, los grandes best-séllers nos vienen casi de Hollywood. Es un fenómeno universal y claro… los asturianos somos muy pocos en este mundo, por tanto es muy difícil que la literatura en asturiano llegue al lector. Dicho esto también influye su poca presencia en medios, sí que creo que lo hay un buen apoyo institucional para la publicación, pero no lo hay en esa promoción y en el normalizar su uso en unas publicaciones ya no sólo literarias sino incluso técnicas.

¿Está muy presente la lectura en tu vida?

Siempre que puedo evadirme de la lectura técnica a la que me condené desde hace años por el uso de programas informáticos, leo sobre los años de la República, Guerra Civil y Posguerra, ya sea ficción novelada como novela histórica. Si paso por una librería casi siempre acabo trayéndome a casa algún libro relacionado con el tema. Lo último que acabo de leer es Los años del miedo de Juan Eslava Galán.

Podemos ya encasillarte también como autor o escritor tras el libro Manual de Gaita y Tambor…

Bueno, como aventura bibliográfica pasa, pero no puedo considerarme escritor. Fue una experiencia que empezó en torno a 1994, cuando yo daba clases de gaita y necesitaba actualizar el material que tenía en apuntes, libros y partituras. Fui dando forma así a un método de gaita que retomé hace unos años, terminando el primer volumen de cuatro, pero no tengo pensado escribir los tres restantes (ríe). Fue algo muy trabajoso y no me dedico a la enseñanza en este momento.

Haciendo un repaso a su trayectoria profesional, su primer encuentro con la gaita fue a los cuatro años…

O antes, pues como todos los asturianos, yo también tenía es gaitina de juguete con el “Recuerdo de Covadonga”. El primer recuerdo que tengo de ver un gaitero en una romería coincide con la fiesta de San Juan de Amandi, yo tendría unos cuatro años y recuerdo claramente al gaitero, Ramón de Espina, su imagen quedó clavada en mí. Mi abuelo también escuchaba y cantaba tonada, por lo que la música asturiana siguió estando muy presente… de niño fabricaba mis tambores de juguete con aquellos botes de detergente de “Colón” y terminé pidiendo una gaita a mis padres, que me apoyaron siempre muy por encima de lo normal para entonces.

Después formó pareja con su hermana María José como tamborilera…

Esa primera etapa, casi de infancia, se dividió en una primera en la que salíamos los dos por las misas, procesiones y romerías de la comarca de Villaviciosa y Cabranes y después una segunda en la que comencé a tocar con grupos folk sobre todo de Gijón, ahí empezamos a salir al extranjero, a descubrir que había gaitas en otras partes de Europa, músicas parecidas, y a tomar contacto con el folk, algo que ahora con internet es muy fácil, pero de aquella conseguir un disco de folk, aunque fuese de Galicia, era dificilísimo. A partir de ahí empecé a tener algún alumno y con ellos comencé a formar las bandas de gaitas.

Esa etapa de los años en los 80/90 fue muy importante para la eclosión de la gaita asturiana con numerosas bandas de gaitas… ¿eres consciente de la importancia en ello y de tu contribución?

Dirigí las bandas de gaitas de Villaviciosa, Mieres, Candás, Ribadesella y en una última etapa la de San Martín del Rey Aurelio, junto con la del Orfanato Minero. Su director, Etelvino González fue una de las primeras personas que confió en mí como profesional y me contrató como docente. Soy consciente de haber participado de esa eclosión, no de haberla causado, pues de ella participamos unos cuantos hoy profesionales de la gaita, críos casi por entonces, y probablemente no tengamos más mérito de haber coincidido en una etapa cronológica. Trabajamos bien y es de agradecer la labor de tantos profesionales, pero ese movimiento de recuperación de las músicas y culturas tradicionales era algo paralelo en toda Europa. Fuimos partícipes de una época que yo comparo a los primeros años de la aviación, éramos los pioneros…

Muchos de sus pupilos han seguido su camino…

Hay mucha gente que accedió al empleo y a la profesión a través de la gaita y es algo que nos llena de orgullo a los que hoy estamos en torno a los cuarenta, pues para nosotros era muy difícil pensar de críos en vivir de la gaita. Los de hoy en día ya pueden decir a sus padres eso de que “de mayor quiero ser gaitero”.

¿Cuáles son sus referencias como gaitero?

Miro para atrás y reconozco haber sido toda mi vida un “friqui”. Incluso de niño o adolescente, mientras mucha gente escuchaba pop y rock, yo escuchaba a José Remis Ovalle, a José Antonio García “El gaiteru de Veriña” y a otros que no tenían grabaciones como Ignaciu de San Roque o Armando Fernández (mi profesor). Mis referencias musicales eran esos señores: los gaiteros. Con 16 y 18 años empecé a escuchar aquel grupo de Avilés que se adelantó veinte años a su época, “Trasgu”, que seguiría plenamente vigente en lo musical hoy día si estuviesen en activo. De ahí pasé a Milladoiro y a conseguir discos bretones, escoceses y demás. Como referente internacional citaría a David Millan, el gran innovador de la gaita en Irlanda y como referente, por supuesto, de casa a los citados Remis Ovalle y “el Gaiteru de Veriña”.

 

“sería muy bueno para los asturianos, casi obligatorio, que pasásemos un par de años fuera de Asturias mirando hacia ella”

 

Llega 1998, su disco Tierra de nadie y un “boom” a todos los niveles, vendiendo más dos millones de discos en todo el mundo. Con el tiempo transcurrido, ¿que supuso ese éxito?

Supuso un cambio de vida. Yo ya vivía de la gaita, pero pasé a vivir no de la docencia sino de los escenarios, y llevo diez años en ello. Supuso el lujo de poder permitirme una carrera en la que decido lo que quiero hacer, incluso cuándo lo quiero hacer, sacando no un disco cada año sino cuando creo que realmente está preparado. Supuso el poder ir de gira por todo el mundo, poder estar en el escenario. Los dos o tres años iniciales fueron un agobio increíble de trabajo, de viajes, de cansancio, de no saber dónde estabas, pues me levantaba un día y no sabía si estaba en Soria o en Tokyo. Así me llego a suceder, tocaba en Soria, a los dos días en Tokyo y a los dos días en Ávila, rozando lo imposible. Una vez que pasó es marabunta quedo el poso, y esa es la situación en la que estoy hoy, en la que me puedo permitir vivir de mi música. Con el tiempo se ve que aquellos años supusieron todo un lujo.

En sus trabajos musicales ha ido trazando una evolución siempre marcada por la búsqueda de nuevos registros, creando algo así como un género personal, ¿como lo clasificaría?

Agradezco que se perciba esa evolución. Ya han pasado más de diez años desde aquel disco, yo me siento todos los días al ordenador  y evidentemente no estoy haciendo exactamente lo mismo. Sí que es verdad que lo que hago suena a “Hevia”, pues con el tiempo vas descubriendo un modo de hacer y unos recursos de los que vas echando mano y con los que te sientes a gusto. No lo intento pero sí que sé que sueno a “Hevia”. También entiendo a la gente que cambie, que de repente se pase de un disco muy tradicional a uno muy evolucionado o viceversa. El artista tiene que tener total libertad y en el momento de la creación dejar al margen si eso encaja o no encaja con lo que vienes haciendo.

La creación la gaita midi generó posiciones encontradas, ¿cómo se ven ahora con el paso del tiempo?

Fue normal que surgiesen, no olvidemos que la gaita además de un instrumento musical, es representativa de unos valores tradicionales y culturales, representa a Asturias. Es normal entonces que haya habido controversia sobre algo tan representativo en el momento en que surge una evolución, una revolución. Hoy, pasado el tiempo, yo creo que a nadie se le escapa que la gaita-midi no viene a sustituir a la gaita tradicional; ni se me ocurre dar un pasacalles en una aldea con gaitas electrónicas, ni desterrar la gaita tradicional de su uso habitual, pues además yo convivo con ella en los conciertos; un porcentaje importante de mi actuación está tocado con gaitas y flautas tradicionales. Siempre vi la gaita-midi como una herramienta que venía a sumar, creo que hoy la gente lo ve también así.

Su proceso de su creación fue bastante curioso…

Fue una idea que fragüamos entre Alberto Arias y yo en la escuela de gaitas de Villaciciosa, complementada por Miguel Dopico, que se ocupó de la programación informática. Alberto de la electrónica y yo de la parte musical. Surge en la búsqueda de un controlador midi de viento, que existía a principios de los años noventa, al que se me ocurría ponerle un fuelle de gaita, no precisamente para que sonase como una gaita, sino para poder tocar, con la técnica de un gaitero, sonidos de un saxo o una trompeta. Así empezó la cosa, como en plan de broma, pero fue evolucionando hasta convertirse en la gaita electrónica. Un buen día, ya en Madrid, empezó a sonar como tal cuando aprendí lo que era un “sampler” y a procesar los sonidos de la gaita y dispararlos -esa es la palabra- con un procesador midi. La parte curiosa fue la influencia de mi asma a la hora de decidir si colocábamos un sensor de soplo en el instrumento. La decisión coincidió con un ataque  de asma bastante fuerte que me dio cuando tocaba en una romería, en Grases. Lo pasé bastante mal, fue la única vez en mi vida y no llegó a impedir el concierto, pero sí que costó mucho trabajo sacarlo adelante. Ahí decidí no poner un sensor de presión de aire sino un sensor de presión de codo, al fin y al cabo en lo que interpreta el gaitero lo que influye no es el aire que metas en el fuelle sino la presión que ejerzas con el codo o el brazo, y eso lo seguimos teniendo con la gaita-midi.

 

“contrariamente a lo que la gente piensa, en Internet nadie se baja nada gratis”

 

Mantiene una actividad de fabricación y comercialización con la empresa ARPHA. Creo que han conseguido una nueva versión, evolucionada, de esa gaita-midi…

Estamos trabajando en lo que va a ser dentro de unos meses la versión comercial del instrumento, cara a una posible venta al público. Algo que hasta ahora no podíamos realizar pues su producción, contrariamente a la de la gaita tradicional, se venía haciendo muy artesanalmente. En nuestra fábrica de Guadarrama estamos intentando desarrollar todo el proceso de fabricación para que se pueda fabricar no sé si masivamente, pues habrá que valorar el mercado antes, pero si para que al menos pueda llegar a un público mucho mayor.

Buscando información sobre usted en Internet, aparecen numerosas referencias desde el otro lado del Atlántico, también de un montón de países europeos…

Sé que hay una gente en Italia que mantiene una página web oficiosa, aunque siempre en relación con la oficial (www.hevia.es). También sé que tenemos seguidores y gente que está en contacto con nosotros desde México o Chile hasta los sitios más dispares y remotos, como Samarkanda, Nueva Zelanda… Recuerdo con mucho cariño la anécdota de una chica que vino desde Nueva Zelanda a Asturias para conocer Busindre, para descubrir el origen de Busindre Reel.

Esa internacionalidad le ha llevado a recorrer medio mundo con sus conciertos…

Bueno, además de los conciertos están los discos, que han sonado en un montón de sitios que yo no pisé nunca. Por ejemplo los dos primeros discos fueron número uno en Dinamarca, yo estuve en otros países nórdicos dando conciertos pero nunca allí. De repente te llegan noticias, por aquello de las liquidaciones de autores, que en una Olimpiada un equipo ruso de patinaje artístico llevó una de mis muñeiras; o de que se haya interpretado en Brasil un tema mío que no está grabado en ningún disco, que compuse para las bandas de gaitas hace tiempo; no sé cómo pudo llegar la partitura hasta allí.

En sus composiciones siempre encontramos referencias asturianas, como la tonada ¿Cómo valora el momento que está viviendo?

Con una satisfacción muy grande, pues si bien la gaita estaba clara que tenía una recuperación muy fuerte ya desde primeros de los noventa, la tonada ha tardado unos años más en consolidarla. Hoy en día hay jovencísimos valores, muy buenos, y está garantizada la continuidad. Vivimos una realidad muy esperanzadora en torno a la tonada. A parte de la generación con la que tuve el honor de trabajar en Asturias, y que participaron en alguno de mis discos, Ismael, Tomás, Maribel, Cristóbal o Jorge Tuya, tenemos un valores al alza como Anabel Santiago, que no se queda solamente en la tonada tradicional -que la hace perfecta-, sino que además sabe innovar y sabe trasladarla a otros terrenos.

Aunque viene a menudo, está fincado en Madrid por motivos profesionales…  ¿cómo se ve Asturias desde la distancia, cuál es la percepción externa?

Sería muy bueno para los asturianos, casi obligatorio, que pasásemos un par de años fuera de Asturias mirando hacia ella. No estaría nada mal, sobre todo en los años de juventud. Saber que vivimos en una tierra privilegiada en cuanto a belleza, paisaje y paisanaje,  pero saber también que no somos los únicos privilegiados y que hay otras cosas que ver en este mundo, que es mucho más grande que Asturias. Verla desde lejos es algo necesario para la vida del asturiano medio. Yo en Madrid en realidad no estoy lejos, ni siquiera programo mis viajes a Asturias, suele llegar el viernes a mediodía y nos vamos para allá, casi como quien vive en Pola de Siero y va a Llanes los fines de semana. No me siento emigrante para nada.

Eres uno de tantos ejemplos que han tenido que triunfar fuera para ser suficientemente valorados en Asturias…

Es algo muy típico nuestro, no sé si del asturiano o del español en general, pero suele ocurrir. Ni siquiera lo veo por el lado personal, no es que haya tenido que salir fuera para triunfar porque no se confiase en mí como artista sino que en lo que no se confía es en nuestra propia cultura como algo merecedor de universalidad. En la propia gaita no confiábamos ni nosotros mismos hace treinta años. No se cree en la propia cultura, seguimos creyendo que en la carta de un restaurante es mejor poner “rape”, yo creo que si ponemos “pixín” el pescado tiene también un sabor añadido.

En estos diez años has sido testigo del tremendo cambio producido en la industria discográfica…

Más que cambio, estamos asistiendo a su desaparición. Digamos que yo tuve la inmensa suerte de agarrarme a los últimos coletazos del negocio discográfico, con el cambio de siglo. Hoy en día ya ni siquiera se puede hablar de negocio discográfico, ya no es ni la sombra de lo que era. Hablamos de que una compañía grande como en la que empecé, EMI, tenía 125 empleados y ahora ronda los 25; tenía una central en un edificio del mismo tamaño que Telemadrid o Canal + y hoy día lo que tiene es un piso en Madrid. Estamos asistiendo a la desaparición de esa industria, con todo el trauma que ello supone. Lo vivo como lo vivimos todos los artistas, con gran incertidumbre. Supongo que los músicos seguiremos existiendo y seguiremos cobrando de alguna forma por nuestro trabajo, pero de momento no hay una forma articulada que venga a sustituir a la remuneración del artista y del creador. No se ve el fin de la historia. Internet, pese al daño, es la herramienta; siempre y cuando se legisle y seamos conscientes de que hay que pagar a quien hace el trabajo. Contrariamente a lo que la gente piensa, en Internet nadie se baja nada gratis. Cuando pago una línea de ADSL estoy pagando a una empresa que se está lucrando de lo que se baja la gente. No sé si el usuario final o la compañía telefónica, pero a mí alguien tendrá que acabar pagándome por la música que se está descargando dela Red.

Quizás no seamos conscientes del daño que estamos haciendo a los creadores musicales…

Quien compra discos habitualmente ya está notando que suenan peor ahora que hace unos años, percibe una bajada de calidad, un peor sonido y producción. Si el negocio discográfico genera menos de la quinta parte de lo que generaba hace diez años, los discos también se tienen que hacer con menos de la quinta parte de lo que se hacían hace diez años. La técnica avanza mucho y hoy en día podemos hacer un disco en casa, pero ya no podremos utilizar los grandes estudios y los grandes músicos; ahora es impensable cerrar un estudio seis meses, como se hacía antes, para la grabación de un disco. La gente se conforma con un mp3 en vez de tener un espectro de sonido más amplio, así que baja la calidad, no tanto de la música en sí, pues las ideas son igual de caras o baratas que antes, pero sí de los medios de producción, de los instrumentistas y del sonido. No estamos para muchos lujos.

 

(Publicado en Biblioasturias14)

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