Laura Iglesia, José Antonio Lobato, Andrés Presumido: Lo suyo es puro teatro

Los asturianos tenemos el privilegio de contar, en una Comunidad tan pequeña como la nuestra, con veinte compañías profesionales de teatro y un buen número de grupos aficionados, algo que muestra su fuerte arraigo e importancia cultural. Para hablar del mismo convocamos a tres relevantes actores-directores: Laura Iglesia, de Higiénico Papel Teatro; José Antonio Lobato, de Teatro Margen; y Andrés Presumido, de Teatro Casona.

 

Andrés Presumido: Quiero comenzar por la cocina: a mí me parece que hay muy poco teatro en las bibliotecas y su presencia en ellas es algo fundamental. Los gestores de las bibliotecas deberían proporcionar más textos dramáticos y fomentar su lectura, pues se lee poco teatro.

José Antonio Lobato: No sólo en las bibliotecas, también las librerías hay unas carencias importantes, a no ser que vayas a las especializadas, aunque también te encuentras con el problema de que hay mucha obra descatalogada.

Laura Iglesia: Yo creo que es algo relacionado directamente con la educación y los programas curriculares de secundaria, a mi juicio llenos de lagunas. Lo agrava el hecho de que los niños a partir de los doce años casi no existen a nivel de programación teatral, como si fuese un esfuerzo baldío el acercarles al teatro… Se diría que son un público “maldito”. La tendencia es llevarles sólo a ver clásicos y encima con cuentagotas. No se buscan alternativas.

J.A.L.- Nosotros hacemos todos los años con el Ayuntamiento de Oviedo una campaña para estudiantes de trece años en adelante. De esa edad hacia abajo estaríamos hablando de teatro infantil, con todo lo que ello conlleva. No hacemos una adaptación para ellos ni una estética determinada, realizamos los mismos montajes que para el público en general y la respuesta es impresionante. En esa franja de edad no sé si procede hacer espectáculos específicos para ellos.

 

L.I.- ¿Pero no notáis que cuesta mucho colocar los espectáculos para público adolescente, como si los programadores dudasen de la utilidad de llevar a los chavales al teatro?

J.A.L.- Sí que es un problema educacional. Vivimos en un país en el que el teatro está completamente ausente en la enseñanza.  Ése es un hecho insoslayable y si no hay una educación de base, es muy difícil luego que la gente lea teatro y vaya al teatro. Las bibliotecas están mal surtidas de obras teatrales porque la gente solicita muy poco este género. No leen teatro pues no tienen el hábito, no se les ha educado en esa lectura.

A.P.- Cuando un chaval o un adulto lee una obra de teatro se convierte automáticamente en el director de esa obra, está visualizando lo que está leyendo y está imaginándose cómo es la puesta en escena. Es una forma también de estimular la imaginación, cosa que es muy importante. Se trataría de crear con su lectura esa flexibilidad, esa dinámica mental, para que luego cuando vean la obra que han leído -aunque en la mayoría de los casos nunca podrán llegar a verla-, se sorprendan ante las soluciones que propone la compañía que la representa, poniéndola en pie de una manera muy distinta (o no) a lo que el lector había imaginado.

J.A.L.- El espectador-lector valoriza mucho más el trabajo del director y del actor. Tiene unas referencias mucho más claras que alguien que no ha leído nunca teatro. Insisto, eso es algo que hay que fomentar y que hay que poner en pie desde la infancia, como se hace en otros países… no vamos a inventar nada.

L.I.- Lamentablemente el tratamiento de lacultura en España, y por extensión del teatro, no puede compararse con otros países, como Francia o Inglaterra. Estamos muy por detrás. Aquí el teatro es totalmente minoritario, tanto en la lectura como en la asistencia a espectáculos. Esto es un dato estadístico que lógicamente se refleja en las estanterías de bibliotecas y librerías. Yo para comprar teatro recurro a librerías especializadas de Barcelona o Madrid, y muchas veces ni siquiera allí encuentro los títulos. Tendría que haber una campaña de fomento para la lectura y el conocimiento del género. Los temarios en los colegios son muy estrechos y salvo que los educadores tengan un interés muy especial, se habla muy poco de teatro. Las carencias son terribles…

J.A.L.- Puedo contarte como anécdota que aquí tenemos una Escuela Superior de Arte Dramático y sé de buena tinta que a ella llegan alumnos para estudiar interpretación o dirección que en su vida, no solamente no leyeron una obra de teatro, sino que no fueron a ninguna representación. Es una cosa alucinante, que nunca hayan tenido nada que ver con el hecho teatral y de repente vayan a una disciplina que tiene un componente vocacional y es mucho más compleja de lo que la gente pueda creer. Irán atraídos por la seda y el oropel de las series televisivas, pero en el bachillerato pasaron por encima de la literatura dramática como el caballo de Atila, sin fijarse por donde pisaban. No tuvieron nadie que les orientara ni que les exigiera un conocimiento.

A.P. Efectivamente, ésta es una profesión vocacional. No puede ser que quien ya a los dieciséis años lo tenga claro, no haya ido a una obra de teatro o no se lea todo lo que caiga en sus manos o no haya hecho sus pinitos como actor o actriz. Yo me encontré alguna vez con un actor que no sabía que el teatro se escribía, así me lo cascó… creo que ahora se dedica a hacer “performances”.  Es algo que le pasa a mucha gente que cayó en el cine o televisión sin tener una base teatral, ahora tienen que recurrir al teatro para adquirir técnica y recursos, para empezar por donde hay que empezar.

 

L.I.- En mi caso el acercamiento al teatro fue a través de la literatura. Yo estudié Filología Hispánica, Literatura Española. En ningún momento tuve la voluntad clara que querer trabajar en teatro. Eso sí, leía, escribía, y estaba metida en el mundo de la ficción y la palabra hasta las cejas. Mi universo era el del relato, la fantasía, la imaginación. Yo lo que quería era contar historias…, y un cúmulo de casualidades de la vida me colocaron en los escenarios…

J.A.L.- Es que la vocación llega casi de repente, no se nace con ella, se encuentra. Mi llegada al teatro también fue casual. Unos por unas circunstancias, otros por otras, descubrimos la vocación y caímos en la trampa, descubrimos el veneno, que es cierto que existe… Muchas veces me planteo ¿por qué no prepararía yo una oposición?, pero enseguida lo olvido…

A.P.- Quizás a los quince años no sepas muy bien lo que quieres, pero siempre hay algo dentro que emerge. Te puede surgir al terminar la carrera, tras un viaje, al ver una obra de teatro… el problema es la pedagogía, la enseñanza de las artes escénicas, en nuestro tiempo sólo podía cursarse en Madrid, y quedaba muy lejos. Los profesionales asturianos hemos abierto un camino durante muchos años para crear una conciencia de que existe un teatro técnico, profesional, hecho con rigor, al que los chavales pueden mirar.

 

“el público tiene que saber que aquí se están haciendo montajes importantes, de primera línea”
Andrés Presumido

 

J.A.L.- En Asturias tenemos un montón de compañías profesionales de teatro y también un buen número de compañías aficionadas que están comiendo el mercado, un hecho curioso que no dice mucho a favor de los programadores…

A.P.- La calidad escénica tiene que contrastarse con la calidad literaria, si nosotros hacemos teatro como vehículo de transmisión del conocimiento, el espectador se merece que esa obra que se represente en las mejores condiciones técnicas y artísticas. Aquí nos encontramos con uno de los mayores problemas del teatro en Asturias: las compañías profesionales están ofreciendo una contrastada calidad, pero estamos asistiendo a un renacimiento del teatro amateur, que en algunos limitados casos es de un buen nivel, pero en otros no llega a un mínimo de calidad. En el teatro profesional estamos padeciendo una merma en cuanto a la exhibición y el espectador no sé si se dará cuenta de que la calidad ha de estar por encima de todo; hoy que exigimos calidad en todos los aspectos, también hemos de exigirla en el escénico. Las compañías profesionales asumimos esa responsabilidad y no estamos recibiendo lo que realmente estamos mereciendo. No es lo mismo ver lo que hace Margen o Higiénico Papel que lo que hace cualquier compañía aficionada. El problema es que a los programadores eso les importa poco, el público les importa poco… sí que les importa el ahorro de dinero.

L.I.- La políticacultural de los últimos años ha influido en ello. Antes existía el programa “Asturias Cultural”, en el que las compañías aficionadas podían canalizar sus producciones. Ahora este circuito ha desaparecido y se están mezclando las programaciones. Estamos todos en un mismo saco. A mí me parecería sano que cuando actuase una compañía amateur se anunciase ese carácter, que no se cobrase taquilla, pues se supone que se trata de grupos que hacen teatro como hobby, sin ánimo de lucro… No tenemos nada en contra del teatro amateur, todo lo contrario, tiene que haberlo, es la cantera…. nosotros venimos de ahí. Pero en este momento supone una competencia desleal muy grave para las compañías profesionales. Debe tener sus propios circuitos bien diferenciados de los profesionales.

J.A.L.- Ha habido una regresión clara en este aspecto. Las compañías profesionales llevamos luchando más de treinta años para que hubiese una clara diferenciación entre lo que es teatro profesional y teatro amateur. En cuanto a derechos y obligaciones, en cuanto al riesgo que corremos, en cuanto al rigor del trabajo, y evidentemente, en cuanto al resultado. Efectivamente, se logró con aquel circuito, pero como dice Laura, hemos vuelto al mismo saco. El renacer de las compañías aficionadas ha sido gracias a la FETEAS (Federación de Grupos de Teatro Amateur de Asturias), que tiene mucha fuerza pues a los programadores de los Ayuntamientos lo que les interesa es el bulto y nola calidad. Porel coste de una compañía profesional contratan dos amateurs y este es un problema grave.

 

L.I.- Cuando hablamos de profesionalización lo hacemos con el objetivo de tener compañías que aspiren a la excelencia, a la calidad, y a que la gente trabaje con nosotros en condiciones óptimas. Para hacer esto hay que tener un rigor, una disciplina… Somos empresas con todo lo que ello implica: infraestructuras adecuadas, convenios, planes de prevención de riesgos laborales, planes de formación, etc. La creatividad no está reñida con una organización empresarial impecable… Las gentes del teatro no viven del aire, como suele pensarse apelando al componente vocacional o lúdico de nuestro gremio.

A.P.- Yo creo que la realidad del teatro asturiano, la del actor o del director, es muy plural y desconocida. La gente tiene una idea quizás equivocada por ese desconocimiento. Los actores y directores aquí hacemos de todo, escenografía, tramoya, montaje, diseño de vestuario… hemos de conocer y realizar todos los oficios de la escena además del tradicional y artesanal oficio del actor, de construir un personaje. El trabajo del día a día tiene esa multiplicidad, no paramos, y si no cumpliéramos todas estas áreas no podríamos sobrevivir. Hay muy pocos profesionales que cubran estos oficios y esa carencia la estamos paliando desde el teatro profesional, todo con toda la serie de coberturas que una empresa tiene que tener, cumpliendo unos parámetros que nos diferencian del teatro aficionado.

J.A.L.- Hemos de retomar el término “industriacultural” sin ningún sentido peyorativo, pues crear industria significa crear puestos de trabajo, generar riqueza. Esa función la estamos cumpliendo. No vivimos en la mejor de las Comunidades para desarrollarla pues los medios son limitados, de ahí que tengamos que ser más artesanos que artistas. El entramado industrial es tan precario que muchos actores tienen que trabajar en varias compañías a la vez, lo que dificulta en gran medida el desarrollo de los calendarios. Todo es bastante complejo…

 

L.I.- La lectura de teatro me parece fabulosa para estos tiempos de prisas, en el que tenemos tan poco tiempo para todo. Es una lectura rápida, dinámica, que te devoras en una hora y media… Me llama la atención que se lea tan poco teatro. Yo lo leo por puro placer. Busco textos de autores nuevos, contemporáneos, jóvenes, o textos clásicos que siempre están por descubrir.

J.A.L.- Yo animaría a recuperar las lecturas dramatizadas, otra posibilidad que ofrece el teatro y que encaja a la perfección con los clubes de lectura de las bibliotecas. Es algo tremendamente divertido y una permite superar la propia lectura, leer en grupo y entrar en el teatro. Me parece un ejercicio muy sano que propongo que se haga incluso en los colegios.

A.P.- Cada lector es un director y cada niño o adulto que lee una obra de teatro automáticamente se convierte en un “puestista” -como dicen los argentinos-…

L.I.- El teatro tiene un valor añadido que es su componente lúdico. Para los jóvenes y los niños, puede ser un vehículo de aprendizaje realmente interesante. Es una forma muy placentera de hacer llegar la palabra, la literatura y el conocimiento.

J.A.L.- Además, el teatro funciona como desinhibidor, la gente que practica y lee teatro se vuelve más comunicativa, pierde ese medio horrible e injustificado que es el miedo al ridículo, a comunicarse con los demás de forma abierta, a tomar la palabra en público sin ningún tipo de prejuicio. Para todo eso el teatro es beneficioso, estamos hablando casi de una medicina, de una panacea…

 

La lectura de teatro me parece fabulosa para estos tiempos de prisas, en el que tenemos tan poco tiempo para todo”
Laura Iglesia

 

J.A.L.- Puede ser este un buen momento para recomendar alguna lectura teatral estimulante… Yo aconsejaría que leyesen cualquier obra de Jardiel Poncela, un autor maravilloso, muy divertido, pero muy desconocido. También a Mihura, otro imprescindible para mí, como pueden serlo nuestros clásicos del Siglo de Oro; por suerte en nuestro país tenemos un fondo de obras brutal, con una calidad inmensa que la gente casi no conoce …ya la quisiesen para sí los ingleses. Aconsejo autores españoles porque además las traducciones son terroríficas, en muchos casos aberraciones totales.

A.P.- Hay editoriales que trabajan versiones comentadas de los clásicos españoles, franceses, ingleses -como Anaya por ejemplo-, adaptadas y “suavizadas”, que pueden servir para perder el miedo a la lectura de obras dramáticas. Por decir un título, me quedo con El mercader de Venecia, que trata sobre los valores, la usura, el capitalismo… una parábola muy actual.

L.I.- Yo animo al estudio comparado. Puede ser verdaderamente enriquecedor y divertido leerse por ejemplo, Hamlet, después ver alguna de las múltiples adaptaciones cinematográficas, para luego ir al teatro y compararla con una puesta en escena. Me parece fascinante ese viaje del texto al escenario, y del escenario al cine. Respecto a las recomendaciones, me quedo con dos autores contemporáneos: Juan Mayorga y Jordi Galcerán, gente de nuestra generación, que está escribiendo cosas muy frescas, muy interesantes y pegados a la realidad actual. A mí me fascina Shakespeare, pero sólo he podido disfrutarlo de verdad, en toda su intensidad, tras años de lectura y de bagaje teatral. Recomendaría, también, desde el punto de vista de la dirección a Peter Brook, un teórico imprescindible. Con ideas fundamentales acerca del hecho teatral y la relación público-actor.

 

A.P. Ese es el teatro que hay que ver, el público tiene que saber que aquí se están haciendo textos y montajes importantes, de primera línea. En Asturias no hay distancias y casi que el teatro viene a tu casa. En ese sentido me atrevo a proponer una sugerencia: cuando se hace una función de teatro en una localidad hay que intentar hacer una sesión paralela, quizás en horario lectivo, para los centros educativos vayan a verla, y que también trabajen el texto literario. Si se pudiese hacer esto con ocho o diez compañías se iría generando un sólido tejido que en cuatro años garantizaría la mejor cantera de público.

L.I.-  El gran problema que tenemos en Asturias es que se valora poco nuestro trabajo. Es una traba que quizás vaya en el carácter asturiano. A veces se diría que estamos un poco acomplejados, que nos sentimos pequeños y que cualquier compañía que venga de fuera es mejor que las nuestras. Otras comunidades, como Cataluña, cuidan su teatro y lo elevan como un valor único, como un patrimoniocultural propio. Deberíamos tomar nota.

J.A.L. Yo animaría a la gente a que viese teatro asturiano y a que viese también el que viene de fuera, y que compararan para ver si nos sacudimos también ese ridículo complejo de inferioridad que tenemos y esa especie de “abrir la boca” respecto a los montajes que vienen de fuera sin conocer lo que hay dentro. A nivel crítico diría que si nosotros mismos no valoramos lo nuestro nadie lo va a hacer por nosotros, no vamos a progresar. Así se hace en otras Comunidades, procurando mostrarlo al exterior, procurando el acceso a otros circuitos. Si eres un actor empecinado en desarrollar aquí tu profesión y pelear por llevarla a cabo dignamente pueden llamarte hasta imbécil, aquí el que no triunfa fuera no es nadie… debe ser el alma emigrante de la región la que nos lleva a ello. Con ello no quiero decir que seamos maravillosos y lo hagamos todo fantástico, yo quiero que me critiquen y si lo que yo hago no gusta que me lo digan, no creo que seamos perfectos, pero sí creo que se nos menosprecia bastante.

 

“no creo que seamos perfectos, pero sí creo que se nos menosprecia bastante”
José Antonio Lobato

 

A.P.- Nos piden finalizar destacando alguno de nuestros montajes. En mi caso me quedo con el  último, quizás siempre creemos que lo último que uno hace es lo mejor: País; sé que escoció a más de uno, pero volvería a hacerlo.

L.I.- Mi montaje más querido es sin duda King Richard, una adaptación contemporánea de Ricardo III de Shakespeare con trece actores en escena. Una gran producción que además recogió muchos premios y unánime éxito de público y de crítica.

J.A.L.- Yo estoy de acuerdo con Andrés y lo del último montaje que uno crea:El viaje a ninguna parte, pues refleja nuestra profesión y las compañías de aquí nos tenemos que identificar mucho conla familia Galván, son una compañía de provincias, familiar, de repertorio, que actúa en sitios infames… somos bastante parejos.

 

 

LAURA IGLESIA. Higiénico Papel Teatro

Miembro fundador de Higiénico Papel Teatro, compañía en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera como autora y directora teatral. Destacan sus propuestas por la diversidad temática y expresiva, y por un sello personal que conjuga toques de humor, provocación, elegancia y poesía. Trece años de experiencia laboral ininterrumpida y más de veinte espectáculos dirigidos y estrenados siempre con gran éxito de público y crítica, avalan su densa trayectoria como directora de escena, una de las más consolidadas del panorama teatral asturiano.

JOSÉ ANTONIO LOBATO. Teatro Margen

Actor, dramaturgo y fundador de Margen, la compañía teatral más veterana de Asturias, que viene trabajando de manera continuada desde 1977. Su prestigio y buen hacer que le ha llevado a participar en numerosos festivales nacionales e internacionales. Lobato ha estado omnipresente en todos sus montajes y es el rostro y referencia imprescindible del teatro asturiano, ha recibido innumerables galardones, siendo inolvidables sus interpretaciones en montajes como La Celestina, Otelo, su Don Manuel de La dama duende o su Galván de El viaje a ninguna parte.

ANDRÉS PRESUMIDO. Teatro Casona

Actor y director de escena, en la actualidad compagina la dirección de las compañías Mierescena y Teatro Casona, que creó en 1981, siendo uno de los grupos teatrales de más largo recorrido en el panorama asturiano. Ha impartido numerosos cursos de teatro y realizando decenas de montajes, entre los que destacan Dios, con la que fue finalista a la Mejor Dirección en Festival de Teatro de Reinosa, en 2001; o Les Llingüateres, uno de los mayores éxitos del teatro en asturiano de todos los tiempos. En 2004 recibió el Premio al Mejor Director de Teatro Asturiano en las Jornadas de Teatro de Candás.

 

(Publicado en Biblioasturias14)

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