José Antonio Quirós, Tom Fernández, Iñaki Ibisate: Contadores de historias

Aunque representan tres estilos diferentes dentro de la cinematografía asturiana, quizás escasa, pero cada vez más interesante, a José Antonio Quirós, Tom Fernández e Iñaki Ibisate les une la pasión común por el cine y una obsesión por contar esas pequeñas historias, engañosamente simples, que son, en realidad, eternas.

 

 

Iñaki Ibisate (I.I.): Tom acaba de publicar un libro para niños. Dedicarse a la literatura ¿es una evolución natural en directores que son también guionistas?

Tom Fernández (T.F.): En mi caso, escribí ese libro por salud mental, porque cuando trabajas en el guión de una comedia vas a un ritmo frenético, no te da tiempo a nada, y aunque es muy divertido y mola mucho para aprender y para curtirte como guionista, pierdes un poco la inocencia de imaginarte historias porque estás demasiado comprometido con la producción. Así que puede decirse que yo empecé a escribir para recuperar la imaginación pura, para oxigenarme de las prisas del trabajo diario, sin intención siquiera de publicar. De hecho fue Jaime Izquierdo quien lo mandó a Anaya sin que yo lo supiera y a la semana siguiente me llamaron de la editorial y ahora paso por las librerías y veo el libro ahí, cuando hace un año estaba en el cajón y era mi juguete para desvincularme de otras cosas. Era escribir para dejar de escribir, suena extraño, pero era así.

José Antonio Quirós (J. A. Q.): Yo soy más de libretitas, muy de anotaciones, imagino una situación y la anoto. Tendré en casa más de doscientas. Pero cuando anoto algo no sé si después me servirá, de momento, no sirven para mucho. Son momentos muy visuales, ideas que salen de una observación, pero si hablamos de escribir una historia con intención de publicarla, no, nunca pensé en ello.

 

T.F.: ¿Qué encontramos en el cine? ¿Qué esperas encontrar tú, Iñaki, si abres la puerta que hemos abierto nosotros?

I.I.: No tengo pretensiones, realicé mi primer cortometraje con la única intención de hacer ese corto y luego continué haciéndolos por la propia inercia de haber hecho el primero, pero tampoco me planteé retos en ningún momento. Voy paso a paso. Hace dos años estrené mi primer largo, el documental Elogio del horizonte, y ahora he terminado de escribir un primer guión de ficción y preparo otro documental sobre el alcoholismo. Me embarco sólo en proyectos que me interesan, pero estoy en un momento en que si alguien me animara, haría una película. Pero como sé que es muy difícil, sigo con los documentales porque son proyectos igual de ilusionantes pero mucho más asequibles desde el punto de vista financiero.

J. A. Q.: Yo estoy un poco entre ellos dos, hice dos películas y hora estoy metido en un documental, pero sientes casi la misma ilusión que si estuvieras rodando una película de ficción. Es un género estupendo que siempre me ha interesado. Los grandes cineastas europeos vienen del documental o lo compaginan, así que no me supone ningún trauma saltar de la ficción al documental y viceversa. Pero es cierto que termina por ser un género refugio porque la ficción, como muy bien sabe Tom, es supeditarse al esclavismo que hay en torno a una película, es entrar en otro mundo donde doscientas personas te miran como a un loco desgraciado que no tiene ni idea de nada, pero también entras en una pequeña industria que te permite recorrer el mundo. Mi tercera película de ficción no ha llegado a buen puerto con la productora, así que como me siento muy cómodo en el documental, salté inmediatamente a él. Es un buen refugio para todos.

I.I.: Es un género muy interesante, pero con poca distribución y exhibición. De 220 trabajos que se presentaron a Documenta, el festival de documentales más importantes de este país, sólo uno tenía distribución.

 

“Permitidme que sea un poco cabrón: el peor enemigo de nuestro cine somos nosotros mismos, la mayoría de la gente no ve los trabajos de los demás, le importan un carajo”
José Antonio Quirós

 

T.F.: En España empieza a haber documentalistas que hacen cosas diferentes y que se ven en los festivales. Y empiezan a verse igual que se ve una película o un corto. De hecho, ahora puedes irte a una tienda y comprarte grandes documentales. Incluso tienen más prestigio que el cine, porque el cine es Hollywood, y detrás de un documental hay alguien que va a contar algo y sólo eso, sin astracanadas y sin ruido.

J. A. Q.: Discrepo, en parte. Estuve en Chicago viendo el trabajo de otros compañeros, que era impresionante, como para quitarse el sombrero, y en año y medio no ha llegado aquí ninguno de ellos, sólo en Francia se han visto dos.

I.I.: Porque en España no hay una cultura ni una predisposición del público hacia ese tipo de trabajos. Ni siquiera se proyectan en cines, aunque hay documentales tan buenos y mejores que muchas películas.

T.F.: Pero es que con un documental te la juegas porque sabes que no va a llegar al cine y tendrás que buscarte la vida en internet. Pero al final da igual de qué género se trate, lo que hacemos es contar historias y si cuentas una que es buena, esa historia llega. Lo que no podemos pensar nunca es que no hay cultura, si estamos en este juego es porque queremos, nadie nos obliga.

J. A. Q.: Llevo año y medio recorriendo el mundo con Cenizas del cielo, que se está distribuyendo muy bien, y puedo decir con la cabeza muy alta como funciona este país e Iñaki tiene razón, aquí no se ve cine español salvo que te lo metan por los ojos.

 

“Si el cine español va mal es por culpa del propio cine español, de la cantidad de majaderías que se han hecho en este país y por tomar al público por tonto”
Tom Fernández

 

T.F.: ¿Y qué me dices de Celda 211? Hecha con cuatro pesetas y fue un éxito. Es una película de actores bien rodada, bien contada y que no es nada amable de ver y, sin embargo, la gente fue en masa al cine.

J. A. Q.: Te puedo confirmar que esa película costó cinco millones y medio, pero en todo caso, ¿con cuántas películas pasa eso? Nunca se sabe lo que va a ocurrir cuando ruedas. Mira El verdugo, de Berlanga, un auténtico fracaso comercial y es una de las grandes películas del cine español. Celda 211 no está teniendo ninguna distribución fuera de España. Es verdad que lo que importa es que funcione en tu país, pero esa predisposición negativa existe, lo que no quita para que hagamos nuestras historias, en las que creemos, y confiarmos en que luego se distribuya

I.I.: En eso he tenido suerte, Elogio del horizonte ha estado en Sudamérica, en Italia, en Irlanda…

T.F.: ¿Y eso desencanta? Porque empiezas otra película y sufres igual que con la primera, y crees que la segunda será más fácil y resulta que es más difícil y entonces vas encabronado a rodar. ¿No es mejor no hacerse ilusiones para no perder la ilusión?

J. A. Q.: Las historias nacen de la obsesión, quizás por eso, aunque todos estamos encabronados y todos hablamos fatal de la situación, nunca te falta la energía. ¡Ay del día que nos falte la energía para coger una cámara e irte fuera! Luego, aunque hayas sentido ese sufrimiento previo, de una manera mágica, la historia sale. Pero yo soy muy pesimista y una vez que consigues hacer las cosas que quieres esperas algo más. Y, permitidme que sea un poco cabrón, el peor enemigo de nuestro cine somos nosotros mismos, la mayoría de la gente no ve los trabajos de los demás, le importan un carajo.

I.I.: Cierto, el cine español ha estado estigmatizado desde hace unos años hasta ahora.

T.F.: Pero es que si va mal es por culpa del propio cine español, de la cantidad de majaderías que se han hecho en este país y por tomar al público por tonto. Nosotros mismos hemos echado a la gente del cine y ahora hay directores como Amenábar y otros que están consiguiendo que el público vuelva a las salas, me da igual que sea con comedias para adolescentes, aquí cabe todo: películas carcelarias, de consumo, documentales… Estamos en una transición, estamos saliendo de esa etapa de cine elitista europeo donde el director es la estrella, hacia ese chaval que con un ratón decide bajarse una película de internet. Tenemos un problema muy gordo. ¿Cómo levantar un proyecto de tres o cuatro millones de euros contra un click?

J. A. Q.: ¿Ha llegado el momento de plantearse si compensa meterse en una producción gigante para que luego ocurra lo que ya está ocurriendo?

I.I.: Sí, la red ya te condiciona.

T.F.: Si hasta el propio Martin Scorsese está valorando rodar una película en 3D para garantizar que el público vaya al cine. Pero a pesar de los problemas, si tienes cintura para realizar documentales, para contar las historias que quieres, y eres una persona inquieta y creativa, sigues aquí.

J. A. Q.: Sí, porque, en definitiva, ésa es la solución, aunque estemos encabronados, aunque ruedes películas o documentales, si quieres contar una historia y puedes, lo haces. Aquí todo el mundo sabe que Tom va a rodar su segunda película, pero nadie repara en el tiempo y las dificultades que lleva levantar un proyecto.

I.I.: ¿No creéis que la obsesión tiene que embargarte para meterte en un rodaje, superar todas los problemas y seguir convencidos de lo que queremos contar, incluso a muerte, hasta apostar por ello con tu vida?

J. A. Q.: Es que lo que nos caracteriza a los cineastas, en cierta manera, es ese empeño y esa obsesión. Una historia nace de la obsesión. Si no la tienes…

T.F.: Porque después de tanto obstáculo, el rodaje en sí resulta tan divertido, pasan cosas tan raras y es tan ajeno a las rutinas que sólo por esa locura ya merece la pena estar ahí.

 

“La obsesión tiene que embargarte para meterte en un proyecto, superar todas los problemas y seguir convencidos de lo que queremos contar, incluso a muerte, hasta apostar por ello con tu vida”
Iñaki Ibisate

 

I.I.: Nos piden que recomendemos un disco, un libro o una película para los lectores de Biblioasturias. Yo aprovecho y recomiendo el nuevo libro de Tom, La diferencia entre un fantasma y un espectro, y mi largo, Elogio del horizonte.

T.F.: Gracias, yo también lo recomiendo, y mi próxima película, ¿Para qué sirve un oso?

J. A. Q.: Pues para no ser menos, también recomiendo el libro de Tom y el documental en el que estoy trabajando: Objetivo Braila.

 

 

 

(Publicado en Biblioasturias17)

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