Argo

Argo

Ben Affleck

Warner Bros., 2012

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Sinopsis:

Argo es una película de suspense dirigida por Ben Affleck, ganadora del Óscar a la Mejor Película en la última edición de los Óscar. Nos relata cómo el 4 de noviembre de 1979, mientras la revolución iraní alcanzaba su punto álgido, algunos militantes irrumpieron en la embajada de Estados Unidos en Teherán y tomaron cincuenta y dos prisioneros estadounidenses. Sin embargo, en mitad del caos, seis de ellos logran escapar y encuentran refugio en casa del embajador canadiense. Sabiendo que es solo cuestión de tiempo que les encuentren y, muy probablemente, les maten, un especialista de la CIA en operaciones especiales llamado Tony Mendez (Ben Affleck) urde un arriesgado plan para sacarlos del país. Un plan tan increíble que solo podría salir bien en una película.

Comentario:

Argo no es un thriller adoctrinador. A Ben Affleck no le importan tanto las consecuencias de la política internacional norteamericana como el marco que le ofrece para celebrar esa mentira piadosa que llamamos película. La historia real en que se inspira es un decorado, la infraestructura que necesita una ficción para erigirse en seductor material, en ese cautivador conjunto de imágenes que salvará a los héroes y hechizará a los villanos. Es el poder democrático del cine: la verdad de los hechos es irrelevante mientras sea creíble. Y por increíble que pueda parecer «Argo» –¿la CIA inventándose una coartada tan improbable como un falso rodaje en el Irán de Jomeini para rescatar a seis empleados de la embajada acogidos por la diplomacia canadiense?–, lo cierto es que funciona como un reloj suizo.
Los créditos finales muestran la imagen de los protagonistas reales y los actores que los encarnan, y las imágenes documentales del asalto de la embajada americana en Teherán por los enfurecidos adeptos del Ayatollah mezcladas con las imágenes rodadas por Affleck. No se trata tanto de legitimar la ficción como de calibrar la eficacia de la copia de lo real. La cinta es, por tanto, un perfecto artefacto posmoderno, pero sabe hacer virtud de las limitaciones de su empeño: reescribir la Historia que conocemos de antemano no significa desentenderse del nervio de su construcción dramática. Como ya demostró en «The Town», Affleck dirige las secuencias de acción con mano firme, y gradúa la tensión del clímax como si se hubiera convertido en el Hitchcock de «Cortina rasgada». Sobra la reivindicación final de su epílogo, extraña en una película que se desentiende por completo de los paralelismos políticos entre la América de ayer y la de hoy.

 

(Sergi Sánchez en larazon.es)

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Sobre el autor

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