Fernando Beltrán, sus poemas, sus palabras… y una biblioteca llena de metáforas

El proyecto del Aula de las Metáforas fue presentado a la prensa a finales de 2003, inaugurándose oficialmente el 29 de febrero de 2004 con un acto multitudinario en que participaron numerosos escritores. El acontecimiento no era para menos, ya que se presentaba una singular biblioteca especializada en poesía, gracias a la donación de 1600 libros del poeta Fernando Beltrán, donde tienen especial importancia las actividades o actuaciones culturales, en general y, en particular, las de animación a la lectura. Y el hecho es que en estos diez años -además de ir creciendo en volúmenes y de completarse con una importante colección de obras de arte- han pasado por este lugar, ubicado en la planta baja de la Casa de Cultura de Grao y dirigido por el profesor Leopoldo Sánchez Torre, algunos de los principales autores y artistas del panorama estatal. Fernando Beltrán (Oviedo, 1956), motor y promotor de este proyecto único, es también un ser excepcional. Ganador del accésit del Premio Adonáis en el año 1982 con Aquelarre, ha publicado desde entonces más de quince poemarios que lo han situado como un autor referencial de la poesía española contemporánea. Director de la revista El hombre de la calle, es además profesor del Instituto Europeo de Diseño, de la Escuela Superior de Arquitectura y fundador del pionero estudio creativo El nombre de las cosas, donde ha dado nombre a empresas como Amena, Faunia, OpenCor o Rastreator. Diversas facetas de las que nos habla en este encuentro.

 

“Poeta y nombrador”. ¿Existe mejor definición?

Los niños poseen el nombre natural de las cosas, y eso escribió mi hija en la ficha del colegio como oficio del padre. Al leerlo supe que eso, sencillamente eso, es lo que siempre quise ser.

Fernando, ¿qué azar te lleva a sustituir el dedo que señala las cosas por un nombre para llamarlas?

“El mundo era tan reciente que las cosas no tenían nombre y para llamarlas había que señalarlas con el dedo” Así empieza García Márquez “Cien años de soledad”, y así comenzó mi oficio de ponerle una palabra a una idea o un proyecto hasta entonces en el aire por carecer de nombre. Curioso, pero un folio en blanco es también el comienzo de la literatura.

¿Qué es Lloviedo (‘la lluvia, yo y Oviedo’) si tuvieras que describirlo?

Las metáforas intactas de la infancia. Una ciudad de carne y hueso y un territorio mágico al mismo tiempo. La ciudad en la que llovía tanto que hasta los charcos tenían nombre y residencia fija. La edad que no he abandonado nunca del todo. Mi bufanda en la vida.

El diseño, la arquitectura y la poesía. ¿Existe la estructura perfecta?

No, definitivamente no. Y ese es el reto que nos mantiene vivos. Y saber también que si alguna obligación tiene el poeta es empezar la casa por el tejado y conseguir que la construcción resultante, el poema, se mantenga en pie.

¿Indefectiblemente nos dicen nuestros nombres?

“Nómina est ómina”, los nombres son presagio, decían los romanos. Nuestros nombres nos dicen, por supuesto, y si creemos en un momento dado que no es así, debemos cambiarlos antes de que acaben con nosotros.

¿Es posible rebautizar?

Es imprescindible cuando las cosas no están a la altura de sus nombres, cuando no nos sentimos cómodos con ellos, cuando creemos que no nombran bien o cuando una voz interior nos dice que debemos recomenzar de otra manera cualquier proyecto vital o comercial.

¿Y que una sola palabra transmita toda una compleja identidad?

En eso consiste la tarea: Un trabajo de extrema concisión, de búsqueda de esencia… Y una palabra sola conteniendo los valores y atributos que se desea comunicar, ya sea de una forma descriptiva, evocativa o poética.

Me interesa sacar a la poesía un poco de sus casillas, demasiado enclaustrada quizás en torno a su propio ombligo. Me atrae lo plural, lo mestizo, la contaminación, y sobre todo dialogar con aquellos creadores que saben poner color, forma y textura a nuestras palabras”

¿De qué nombres estás más orgulloso?

De todos aquellos que cumplieron su cometido. No quiero olvidar nunca que soy un profesional al que contratan para cumplir unos determinados objetivos. Dicho esto, indudablemente tengo mis querencias, y quizá los que creo sin ánimo de lucro para ayudar a una causa, son los que más satisfecho me dejan, y los que me demuestran que este oficio me da de comer, por supuesto, pero es vocacional también.

¿Perecen los nombres, se desgastan o pasan de moda?

Los nombres son seres vivos. Nacen, crecen, se multiplican con frecuencia en muchos apellidos y mueren… por supuesto. Incluso a veces es conveniente matarlos antes de que se apaguen por sí mismos y paguemos muy caras las consecuencias.

¿Hasta qué punto un acertado o desacertado nombre puede condicionar la existencia?

Mucho más de lo que nos creemos. Los nombres son vitales, y por hablar de un ejemplo muy carnal, fíjate que incluso las enfermedades no pueden comenzar a curarse si no existe un nombre previo. La curación empieza por ponerle un nombre a la dolencia. Y en la vida cotidiana también cometemos muchos errores por no acertar en el nombre con que dictaminamos algo y sacamos erradas consecuencias…

En su momento escogiste un camino insólito como profesión y a la gente le pareció una loca aventura. Sin embargo, lograste el éxito y, además, sentar un buen precedente. ¿Qué es más importante? ¿El talento, la suerte o la terquedad?

La terquedad, siempre la terquedad y el amor a lo que se hace, aunque sin un poco de talento y una gran dosis de suerte no se llega a puerto… Eso también te lo demuestra la vida.

¿Carácter es destino?

Voluntad, voluntad de hierro. Y sensibilidad. Y magia indesmayable. Y amor al lenguaje. Y luego fe ciega en que se hace camino al andar…, y amamos cada jornada de ese camino. “De tanto amar y andar se hacen los libros…” decía Neruda.

La poesía es en ti una forma natural de expresión. Tal vez la única. ¿La mejor para expresarte?

La más mía, al menos, desde la que creo que puedo dar lo mejor de mí mismo, y lo peor también, porque escribo desde las entrañas. En todo caso, la poesía me da de vivir, y la necesito como el pan y el vino de cada día… Creo además en su utilidad; si nos sirve a los poetas, porque no va a servir al resto de la gente si todos nos parecemos tanto: miedos, dudas, fríos, ilusiones y caricias tan parecidas…

Amante de las palabras como eres, ¿cómo viviste la traducción de tu obra poética a otro idioma? ¿Cómo te relacionaste con esos ‘nuevos’ versos?

Aprendiendo voces nuevas, latidos distintos para un mismo corazón… Las palabras son sentimientos idénticos en el interior de cada ser humano, cambian sólo las voces que las pronuncian… De cualquier forma, si lo que preguntas requiere una respuesta de carne y hueso te diré, por ejemplo, que lloré como un niño la tarde que en una librería del Barrio Latino de París se presentó la traducción de mi obra completa al francés. ¡Oh la la! ¡Muy fuerte!

Recientemente publicabas Sólo el que ama está solo, junto al ilustrador Pep Carrió. ¿Te interesa especialmente hacer converger disciplinas con un mismo fin y colaborar con otros creadores?

Me interesa sacar a la poesía un poco de sus casillas, demasiado enclaustrada quizás en torno a su propio ombligo. Me atrae lo plural, lo mestizo, la contaminación, y sobre todo dialogar con aquellos creadores que saben poner color, forma y textura a nuestras palabras. Si se nos deja solos, no sé por qué tendemos siempre un poco a lo triste y lo oscuro ¿Me entiendes, verdad?

Puestos a imaginar, un día soñaste un Aula de las Metáforas. ¿Cómo surgió ese proyecto?

El Aula de las Metáforas es una historia de amor, o sea que tendré que explicarte que un día cogí en Oviedo un autobús para conocer a esa chica, que resultó ser la preciosa Casa de Cultura de Grao, el lugar de donde procede mi familia. Y fue con ese barro poderoso de las casas natales y el apoyo siempre unánime del Ayuntamiento de Grao y todos los grupos y sensibilidades que lo forman hemos hecho realidad el sueño de tener una de las Bibliotecas Poéticas más importantes del mundo. Un espacio para la lectura y para la imaginación…

Donar mis libros a la Biblioteca del Aula de las Metáforas es lo mejor que he hecho en mi vida”

Para muchas personas el libro es todo un fetiche y tú donaste 1.600 volúmenes. ¿Fue doloroso ese desprendimiento?

Y dos mil más a lo largo de los años siguientes. Pero estoy muy a gusto y jamás me he arrepentido. Es de hecho lo mejor que he hecho en mi vida. De cualquier forma, decía Antonio Pereira que uno no es ni de donde nace ni de donde se hace, como pregunta el famoso dilema, sino de aquel lugar en el que están sus libros… Y en ese sentido, mi casa está en Grado y en el Aula de las Metáforas. Mi lluvia de palabras preferida…

Regalas palabras, nombres, versos y libros. Llevas de la mano la palabra generosidad. ¿Con qué otra te definirías?

Inquieto, Atento, Romántico, Caminante, Incompleto, Lluvioso, Razonablemente feliz….

 

-Fotografías de Juan Martínez-

 

(4 de abril de 2013)

 

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Sobre el autor

Red de Bibliotecas Públicas del Pdo. de Asturias