Otros escriben sobre nosotros. Asturias en la literatura escrita por autores no asturianos.

De Joseph Conrad a Carlos Arniches, pasando por Silvia Grijalba, Isabel San Sebastián, José María Guelbenzu o Leonard Foglia y David Richards. Ingleses, norteamericanos, madrileños, alicantinos y andaluces, entre otros, han escrito obras de ficción cuyo escenario no es otro que Asturias. Desde su mundo rural y su aspecto gris y tenebroso, a los misterios religiosos que habitan en sus catedrales. Desde los recuerdos de los indianos, a la belleza de las montañas, pasando por el atraco al Banco Central de Gijón, la lucha contra el Islam o el misticismo de Covadonga. Decorado de asesinatos, romances o guerras; Asturias sobrenatural, mítica o encallada en los viejos valores. Así han escrito sobre nosotros.

 

Una posada tenebrosa, un pueblo gris, un ambiente oscuro, un mar peligroso, una costa que asusta a los barcos, una climatología de pesadilla, un lugar primitivo y apartado del tiempo donde los campesinos acumulan el estiércol en las calle del pueblo… De esta forma lúgubre describe Asturias Joseph Conrad en su cuento La posada de las dos brujas. Este relato de 36 páginas, que data de 1913, se desarrolla en “la costa norte de España, el puesto más arriesgado y desagradable que se pueden imaginar“. Ambientado en Asturias durante las guerras napoleónicas, el autor construye una atmósfera enrarecida donde se percibe el peligro y crece por momentos la sospecha de que algo sobrenatural sucede en la siniestra posada donde se alberga un marinero inglés; aunque una vez más, será la malicia humana la responsable de la noche de horror que el desafortunado oficial vivirá. Conrad, una de las grandes figuras de la literatura universal de todos los tiempos, no sólo teje una trama sombría de misterio, sino que habla de unos campesinos atrasados en el tiempo y un lugar donde parece que hace siglos que no ha llegado ningún extranjero. Casas viejas de piedra en lo alto de un desfiladero, campesinos torpes y rudos, una tierra gris y oscura… Y en mitad de todos ellos, dos ingleses, el veterano timonel Tom Corbin y el joven oficial Edgar Byrne, que piensan que han llegado con su barco a un lugar que sólo tiene sitio en los malos sueños. La posada de las dos brujas forma parte del libro de relatos titulado Entre mareas, en el que todos los cuentos tienen como nexo de unión el narrar sucesos acontecidos en tierra firme, pero protagonizados por hombres de mar, mientras aguardaban la marea propicia que les permitiría volver a zarpar. El autor de El Corazón de las tinieblas, aventurero y marino, llegó a establecer contactos en Marsella con partidarios de la causa carlista, por ello vino a España para contrabandear con armas. De esas experiencias surge la novela de Conrad La flecha de oro (1919). Una escala marítima en un puerto asturiano fue lo que le inspiró a escribir La posada de las dos brujas. Una escala que, por lo que cuenta en su relato, resultó bastante siniestra.

El alicantino Carlos Arniches también escogió Asturias para relatar una historia de villanos en medio del mundo rural, aunque esta vez sin elementos sobrenaturales de por medio, y cuyas sombras se basan en el retraso ideológico y cultural de sus protagonistas. Así, la obra teatral de Arniches La casa de Quirós se desarrolla en una pequeña población asturiana en la que habita el noble don Gil de Quiros, un caballero anclado en los usos y costumbres del pasado, orgulloso de su alcurnia y tiránico con todos los que le rodean. El conflicto se plantea cuando su cándida hija, Sol, se enamora de un lugareño con dinero pero de plebeya cuna. Gracias a la intervención del párroco, los jóvenes enamorados conseguirán sus propósitos. En esta obra de teatro en dos actos, estrenada en el Teatro Cómico de Madrid el 20 de noviembre de 1915, vuelve a parecer de nuevo el anclaje en el pasado y el retrato de unos personajes excesivamente rurales (los sirvientes), aunque esta vez sea en clave cómica.

 

La cántabra Concha Espina, escritora ilustrada y una de las mentes más preclaras de la literatura española de la primera mitad del siglo XX, se trasladó a Asturias para escribir Altar Mayor, novela con la que conseguiría el Premio Nacional de Literatura en 1927, y que posteriormente Gonzalo Delgrás adaptaría para el cine. El título hace referencia a Covandonga, lugar donde se desarrolla la novela y que, como puso la autora en boca de uno de sus personajes, es el altar mayor de España porque “los montes son en Asturias la gran mesa del señor”. Esta novela corta, que muestra el ambiente rural asturiano con una prosa poética notable, trata sobre la relación entre Javier, un joven enamorado de su prima Teresina, que le corresponde, y los esfuerzos de la madre de éste por casarle con Leonor, una joven de nivel social más encumbrado según los varemos de la Asturias rural. Al igual que Arniches y Conrad, Espina se basa en la cezarrón antigua de los pueblos asturianos y en las costumbres rurales de la época, así como en la descripción de las gentes que viven en Covadonga (canónigos, huéspedes y empleados del hotel) y en los caseríos de los alrededores. Pero, a diferencia de los otros autores, Espina consigue que, por encima de todo, el personaje principal de la novela sea el paisaje asturiano. La autora cántabra describe una naturaleza agreste y bellísima que se extiende desde la Riera hasta los Picos de Europa. Según la autora, en Covadonga “no reinan más voces que las del viento y el agua, aunque el verano silbe sus endechas y los manantiales cundan enfrenados por la sequía, aunque los crujidos del bosque sean indefinibles, el huelgo de los valles apenas module y los argayos rueden sordos, como tusones de neblina”. El paisaje que describe Espina incita a la contemplación o a la admiración: “Una admiración inmensa le aturde. Son las cimas de color de rosa; caen las gotas doradas del sol entre el follaje; se disuelven los últimos vellones de la neblina. Y la catedral, roja, caliente al resbalón glorioso de la luz, arde entre los montes como una llama de piedra“. El tono de Concha Espina, al describir el paisaje, se hace épico.

 El escritor andaluz y activista político José María Pemán, también mencionó a Asturias en su obra, aunque de forma tangencial. Aún así refleja parte del Principado en el título de su novela De Madrid a Oviedo pasando por las Azores.

En esta novela humorística escrita en 1932, Pemán retrata con fino humor los distintos grupos sociales que conspiraban para traer la II República a España, y pone su prosa ágil al servicio de las aventuras de Alvarito Palmares; un joven aviador que, tras alcanzar la fama protagonizando un peligroso raid aéreo, decide, para redondear la faena, hacerse republicano.

 

 

 

 

Indianos, sudarios, astures

Parece ser que el siglo XXI contribuyó a que Asturias se quitara el sambenito de mundo rural oscuro e inaccesible. O así al menos les ha parecido a los escritores foráneos, que se han olvidado de ese retrato de la aldea perdida para profundizar en sus leyendas, en los recuerdos de su historia reciente, o incluso en sus raíces más antiguas.

 

Este último es el caso de la cántabra Isabel San Sebastián quien, según sus propias palabras, decidió que la gente recordase que hubo un origen de la nación española mucho antes de 1492, y que la resistencia de Asturias al avance del Islam determinó el futuro de España y de Europa. Así nació Astur (La Esfera de los Libros, 2008), una novela histórica sobre los astures en los primeros años que siguieron a la invasión musulmana. La trama se desarrolla en el siglo VIII; Huma es una sacerdotisa de estirpe astur, señora del castro de Coaña; Icka es un guerrero visigodo, que decide buscar fortuna en Asturias, el único territorio que aún resiste al avance de las tropas árabes. El destino de ambos se unirá: él luchará por defender la cristiandad y ella hará lo mismo por su pueblo.

 

 Los americanos Leonard Foglia y David Richards también miraron el pasado misterioso de Asturias. En este caso, buceando en las incógnitas religiosas. Mientras leían un artículo sobre la Sábana Santa de Turín, esto autores encontraron un párrafo que hablaba de otra de la misma índole que se encontraba en Oviedo. Les pareció algo tan interesante que se animaron viajar hasta la capital asturiana para verla. En ese momento decidieron escribir El sudario (Suma de Letras, 2012), cuyo título original en inglés es The cloth of Oviedo (La tela de Oviedo). El sudario, a grandes rasgos, relata la gestación de una madre de alquiler embarazada a partir de los restos de ADN hallados en el sudario de la Catedral de Oviedo, que parte de la tradición señala como el que cubrió el rostro de Cristo tras su muerte.

El sudario es una novela escrita al socaire de la moda de misterios esotéricos propiciada por la famosísima El Código da Vinci, en la que una pequeñísima parte de la trama se desarrolla en Oviedo. Uno de los protagonistas de la obra de Brown, el miembro del Opus Dei Manuel Aringarosa, empezó sus inicios en la iglesia en Oviedo. La presencia de la ciudad en la obra de Brown es totalmente anecdótica, ya que sólo aparece en dos páginas del libro: en la 79 (- Yo me llamo Manuel Aringarosa. Soy misionero, de Madrid. Me han enviado aquí para construir una iglesia de la Obra de Dios. -¿Dónde estoy? -preguntó él con una voz que le sonó hueca. -En Oviedo. Al norte de España) y en la 508 (Acurrucado entre los brazos del hombre al que había acogido hacía tantos años, Aringarosa sintió que el tiempo daba marcha atrás. Que estaba en España. Que volvía a sus modestos inicios, cuando en Oviedo empezó a construir con Silas una iglesia). Tal vez el paso de Dan Brown por Gijón, donde vivió un año en su época de estudiante, animó al norteamericano a rendir este pequeño homenaje a Asturias.

 

 Y sin salirnos de Gijón (aunque el autor trate de esconder este nombre citando simplemente “G., una endogámica ciudad del norte de España“) nos encontramos allí mismo con Un asesinato piadoso (Alfaguara, 2008) de José María Guelbenzu. La juez de instrucción Mariana de Marco (personaje protagonista de las novelas de intriga del escritor madrileño) se encuentra en esta novela en Gijón, ciudad de provincias, sí, pero una población activa y moderna, portuaria, con un importante tejido industrial y comercial; nueva ciudad que ella recorre y explora, dando así cabida en las páginas de la novela a finísimos pasajes donde se explora el pulso de la ciudad y las transformaciones urbanísticas recientes. En Un asesinato piadoso un hombre aparece brutalmente asesinado en el cobertizo del jardín de su casa. Su suegro confiesa ser el autor del crimen, cometido con toda deliberación para salvar a su hija de las vejaciones del marido, un maltratador. El hombre ingresa en prisión y la Juez De Marco se encarga de la instrucción del caso. Pero hay ciertos aspectos del asunto que no consigue explicarse. La Juez desenmascarar nuevamente al criminal, que se esconde en esta ocasión en una ciudad del norte entre los miembros de una misma familia con inconfesables propósitos.

 

 Hasta el Gijón de los años 20 viajamos en la novela La justicia de los errantes (Plaza y Janés, 2012) de Jorge Díaz. El escritor alicantino -y guionista de series de televisión, coordinador entre otras de la multipremiada Hospital Central- recupera en su novela el histórico atraco a la sucursal del Banco de España en Gijón en 1923, en el que los ladrones se llevaron 565.525 pesetas, un fortuna de la época.

Tanto es así, que hoy en día sigue considerándose el mayor atraco cometido en España. Los ladrones no fueron otros que los anarquistas Buenaventura Durruti y Francisco Ascaso, que, en su ideal revolucionario de justicia universal, atracarán bancos para financiar la causa anarquista. Y en este épico periplo de lucha por el ideal libertario, viajarán entre otros países a Cuba, México, Chile o Argentina. En La justicia de los errantes, Jorge Díaz va armando una intensa e inteligente trama narrativa en la que se combinan ficción y realidad de manera equilibrada.

 

 

 Silvia Grijalba se alzó con el Premio de Novela Fernando Lara 2011 gracias a Contigo aprendí (Planeta, 2011). En esta obra de ficción basada en los recuerdos de su abuela María Luisa, la escritora madrileña presenta a los personajes en su hábitat natural, la Asturias del 1930, a la que José Rodríguez vuelve para buscar esposa. Asesorado por el médico amigo del lugar fija su mirada en la más hermosa de todas, María Luisa. Los problemas económicos de su familia burguesa unidos al desengaño amoroso que acaba de recibir de Fernando, su amor platónico de toda la vida, le hace aceptar de inmediato. José es un hombre cariñoso y amable, muy bien relacionado tanto en Cuba donde vive, como en los Estados Unidos. A ese mundo se traslada María Luisa sin perder el ojo de anterior amor. Cuando éste aparece estando ellos de visita en la Gran Manzana, los sentimientos encontrados harán que María Luisa tenga que tomar la decisión más difícil de su vida. En este triángulo amoroso entre Asturias, Cuba y Nueva york descubrimos una historia que innegablemente está ligada a nuestra tierra: la de los indianos.

 

 

(Nos gustaría seguir reflejando obras de autor no asturiano en las que nuestra región es protagonista en una u otra forma. Las que ahora os hemos ofrecido son una buena muestra de ello. Si conocen algún título más, no duden en enviárnoslo a nuestro mail biblioasturias@gmail.com; si además envían algún comentario sobre la obra, lo publicaremos en un segundo artículo sobre el tema. Gracias!!!)

 

Fotografía: Saúl Tuñón Loureda (Flickr)

(16 de agosto de 2012)

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Sobre el autor

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