Pepe Monteserín: “Todo el tiempo que paso trabajando, es decir, escribiendo, es tiempo feliz”

Así se presenta la historia: “Luis Miranda relata a su hijo Ricardo por qué, a los 17 años de edad, en 1936, se alistó en una bandera falangista, y su experiencia en el frente militar hasta que un disparo le atravesó el pecho. Al alimón, la esposa de Luis, Pilar Aguilar, cuenta su guerra en la retaguardia. Ricardo localiza los escenarios, viaja hasta ellos y se documenta. De este trabajo se aprovecha su hija Adriana para, al tiempo que la propia investigación y la historia de amor de sus abuelos, relatar las vicisitudes de aquella pandilla de muchachos, a la que pertenecía su abuelo, a quienes separó la ideología y las circunstancias, y entrecruzó la guerra; uno de ellos, en las filas republicanas, fue el que disparo a su amigo Luis y, al mismo tiempo, le salvó la vida; pero nunca se lo dijo”.

Con estas claves se va componiendo la memoria de un hombre que no cayó herido, sino que se levantó herido, y que se apoya en los testimonios de los progenitores del autor, Pepe Monteserín (Pravia, 1952), así como en la hoja de servicios de su padre durante la guerra para llegar a ser la novela que hoy tenemos entre las manos. Una obra que condensa seis años de trabajo de este reconocido escritor que ha tocado todos los géneros literarios (cuentos, novelas, relatos cortos, teatro, guiones, ensayo, e incluso poesía) haciendo gala de un estilo absolutamente personal y perfectamente reconocible. Irónico, ingenioso, versátil, crítico y locuaz; firma diaria del periódico asturiano La Nueva España, con más de tres mil artículos rubricados; trabajador incansable con múltiples proyectos en marcha; Monteserín nos adentra en el proceso de escritura y la trama del libro Me levanté herido que publica Septem Ediciones, adelantándonos, a su vez, sus próximas entregas literarias.

 

Pepe, antes que nada, preguntarte por tu interés por tomar notas sobre la memoria transmitida de forma oral…

Tomo notas de la vida, sea cual sea su fuente; claro, la oral es muy fresca, viene directamente de la memoria, pero también suelo tomar nota del paisaje, de la música, la pintura, del silencio… Tomo notas de todo.

¿Cuándo despertó en ti la necesidad de recoger el testimonio de tus padres?

No tanto la necesidad como mi interés en contar, en especial cosas que me atañen. En dos libros publicados (La mano entera, e Ignorolitos) recogí el testimonio de mi hijo, desde que nació hasta que cumplió diez años. En mi primera novela, Mar de fondo, recojo 20 años de mis experiencias en el mundo inmobiliario…

¿Cómo fue ese proceso de grabación con tu padre?

Durante algo más de un mes, cuatro años antes de su muerte, en casa de mi padre y mi madre, con ambos en plenas facultades, y su alma en carne viva, a veces cantando.

¿Qué fue lo que más te impactó de sus relatos?

Su entrega a mi causa, su honradez, su inteligencia, su humor y su honor.

Tomo notas de la vida, sea cual sea su fuente”

¿Qué papel jugaba tu madre en aquellas conversaciones?

Importantísimo, siempre en la retaguardia, de enfermera y de archivera, animando a mi padre para que no se atragantara, aportando documentos y sus propios recuerdos…

¿Fue muy impactante como hijo aquel proceso, o ya lo vivías con la curiosidad de quien se siente intermediario?

La mayor parte de las cosas que me contaron ya nos las habían contado a todos los hijos desde que éramos niños; la diferencia es que esta vez el oyente interactuaba, preguntaba, no sólo abría la boca de asombro.

¿Cómo fue tomando forma todo eso como novela?

Desde el primer momento, cuando mi padre me contó que le habían disparado desde muy cerca, cuando se levantó herido, tiró el fusil y se quitó el casco, y no lo remataron, concebí que le había disparado un amigo de la infancia y que este amigo, al reconocer a mi padre, le perdonó la vida. La novela, en su argumento principal, va a contar quién era ese amigo y cómo llegó a esa situación.

Tu larga tarea de documentación no solo quedó ahí, sino que visitaste localizaciones, sumaste testimonios de otras personas, recopilaste material… ¿querías apoyar en más fuentes tu relato, o te pudo la fuerza de esta historia de amor y necesitabas reconstruirla de alguna manera?

Esta novela, tal y como quería contarla, precisaba de toda mi habilidad, y me comprometí con un trabajo de campo exhaustivo. Suelo hacerlo siempre.

Una vez que tomas todo entre manos, ¿ya tenías claro que querías que fuera una historia contada de manera inter-generacional?

No, pero al querer distanciarme de los relatos tradicionales, de lo mucho que hay escrito sobre la guerra civil, me apetecía incorporar distintos géneros: epistolar, ensayo, biografía, diario, historia, teatro incluso, y distintos niveles narrativos, la época en que se narra, el tiempo en que se recorren los escenarios y, por supuesto, el tiempo de la guerra.

Fue la novela que más tiempo me costó escribir, unos seis años, y ya que tenía tanto material y tantas ganas de hacerle un homenaje a mis padres, no regateé medios técnicos ni experimentos”

¿Qué diferencias fundamentales te permite aportar el relato protagónico de Luis, su hijo Ricardo y su nieta Adriana?

Es evidente que tres generaciones: la de mi padre, la mía y la de mi hijo. El primero como soldado victorioso y mutilado en la guerra civil y con un pensamiento en su vejez muchísimo más abierto y tolerante e inteligente que el de muchos demócratas de pacotilla; el segundo es mi alter ego, que quiere saber, confirmar, que su padre era una persona honrada y buena, en tiempos de horror, y el tercer personaje es la historiadora, capaz de perspectiva y objetividad.

Asimismo, entremezclas estilos (diálogos, fragmentos extraídos de certificados, anotaciones diarísticas…) y tiempos, llegando a contextualizar el momento en que transcribes con datos que hoy nos pueden resultar pasados pero que sitúan al lector en cada uno de los momentos históricos de la novela. ¿Te apetecía tramar este juego, que debió añadir complejidad a la escritura, para subrayar las miradas de los diferentes personajes?

Fue la novela que más tiempo me costó escribir, unos seis años, y ya que tenía tanto material y tantas ganas de hacerle un homenaje a mis padres, no regateé medios técnicos ni experimentos.

¿Cerrar esta novela vino a clausurar en ti una necesidad de hacer justicia a esa intrahistoria que está por contar? Al menos con la memoria de tus padres…

Sí, aunque más que hacer justicia se trataba de un homenaje particular a mis padres y el homenaje general de todo escritor, a sus lectores.

Ejemplo de tu gran sentido del humor, en tu página web hablas de tus fracasos. Y con respecto a esta novela incluyes el siguiente texto: “Es uno de los rechazos del que Pepe Monteserín se siente más orgulloso, y al mismo tiempo condolido, porque en la carta se advierte muy a las claras el hondo pesar de Pere Gimferrer, al no poder publicar la novela Me levanté herido; carta que dicen que Monteserín respondió enseguida para consolar al poeta, al prosista, al crítico y al editor, cuatro cartas envió, en realidad, cada una con su matiz, sin cerrarle las puertas a Seix Barral para una futura edición con el autor praviano”. Con ello no dejas de animar a otros autores y explicar a la vez las vicisitudes del mundo editorial. Sin embargo, ¿ha habido alguna situación similar en el pasado te resultase realmente frustrante?

Muchísimas, y aún me suceden; yo no sé escribir mal, una de las condiciones sine qua non, para que nos lea la mayoría, o sea, la mayoría que no lee; escribir con la idea de publicar, y sobre todo de vender mucho, es muy frustrante; puede defraudar el editor, o nosotros a él, pero la buena Literatura no defrauda. Todo el tiempo que paso trabajando, es decir, escribiendo, es tiempo feliz; duro, de ascesis, pero muy feliz, es una peregrinación interior y necesaria. ¿Que luego interesa a alguien? Pues adelante con los faroles. El primer interesado en mi obra, la gran motivación que tira de mis horas de trabajo, soy yo.

El primer interesado en mi obra, la gran motivación que tira de mis horas de trabajo, soy yo”

No dejas de escribir y de compaginar esta labor con la de cronista oficial de Pravia. ¿Qué supone en tu vida cotidiana este nombramiento?

Ser cronista de Pravia y ser escritor es para mí la misma cosa. Mi Yoknapatawpha, mi Balbec, mi Región, es Pravia. Siempre escribo en son de Pravia.

Hace apenas unos meses publicabas también Tac, tac, tac, plof. Háblanos de este volumen. La propuesta consistía en escribir un relato infantil a partir de las ilustraciones de Minia Regos, un procedimiento que invierte el orden que suele ser habitual. ¿Añadió dificultad o el reto fue así más sugerente?

Fue más difícil que todo eso puesto que, además de las ilustraciones, Minia había escrito el cuento, que no gustó a los editores, y estos me pidieron que lo reescribiera, respetando la idea de la ilustradora gallega.

También este año aparece con Pintar-Pintar Cuatro esquinines, ilustrado por Job Sánchez. ¿Cómo se planteó en este caso?

En este caso escribí el cuento que me dio por la gana, basado en la oración tradicional, «Cuatro esquinitas tiene mi cama…», para ir repitiéndola, quitándole una esquinita cada vez; empieza en el capítulo 4 y termina en el uno, acaso el primero que escribo de verdad para que también interese a los niños. «También», digo; no es sólo para niños.

Ya son siete publicaciones destinadas a los lectores más jóvenes. Por tu experiencia, ¿son tan exigentes como suele decirse?

No. Yo creo que los niños son los menos exigentes; ahora bien, aunque sean pobres sus exigencias, hay que conocerlas y colmarlas, son insobornables.

En toda entrevista parece obligado finalizar preguntando por los próximos proyectos. Pero en tu caso, no hacerlo es arriesgarse a que, cuando se publique, ya estés en dos o tres proyectos nuevos a punto de ver la luz. ¿Qué nos puedes adelantar para intentar seguir tus pasos?

Sí, estos días saldrán a la luz tres cuentos, ya habrán salido cuando los lectores lean esta entrevista, se titulan Tres en agua, que se publicará en LECTURAS24, en las esferas de Trea y su nuevo diario online Asturias24. Creo que el 22 de noviembre se presentará el libro El peligro del éxito, una especie de ensayo-biografía, de encargo, que seguramente publicará Nobel, sobre la empresa GAM, la segunda asturiana que cotiza en bolsa. También estoy buscándole la vida a una novela que terminé este año, sobre una coral polifónica; seguro que alguien se atreverá a publicarla sin pasar mucho tiempo. Y si todo va bien, también terminaré este año el Diccionario de un escritor, de 800 páginas, con más de cinco mil entradas, etcétera.

 

(21 de octubre de 2013)

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Sobre el autor

Red de Bibliotecas Públicas del Pdo. de Asturias