Santiago Caravia Nogueras, bibliotecario de la Biblioteca de Asturias “Ramón Pérez de Ayala”

¿Cuántos años llevas trabajando como bibliotecario? ¿Y en esta biblioteca?

Como bibliotecario, más de cuarenta (con un paréntesis de unos dos años en un archivo). En esta biblioteca, treinta y dos.

¿Y desde cuando está funcionando esta biblioteca?

Como biblioteca regional de Asturias, desde 1987, pero una de sus secciones, la Biblioteca Pública de Oviedo, empezó a funcionar desde 1942 como una biblioteca del Centro Coordinador.

¿Qué te atraía de esta profesión?

Antes de convertirme en bibliotecario siempre me había parecido atractiva de un modo vago, aun sin conocerla como tal profesión. No me la imaginaba correctamente. Una vez en ella, me atrajo más y de un modo más concreto.

¿Con qué libros te aficionaste a la lectura? ¿Cuáles son tus escritores favoritos?

Con los cuentos y otros libros infantiles que había en mi casa. Luego tuve la suerte de contar con una estupenda biblioteca familiar. Mis escritores favoritos son variopintos y cambiantes. Leo varias cosas a la vez y no dedico mucho tiempo al día a la lectura de libros. Más a la lectura de periódicos digitales. En literatura he vuelto algo últimamente a Galdós, a la generación del 98, a Proust… De los autores españoles actuales no leo mucho y no los conozco nada bien. Me gusta Javier Marías. También frecuento cosas más ligeras, como el género policíaco, que si es bueno no es ligero.

¿Qué destacarías de la biblioteca? 

Sin duda la colección. En particular, las colecciones asturianas. La ubicación de la biblioteca, en el centro de Oviedo, es muy favorable.

¿Qué perfiles de usuarios recibe? ¿Qué demandan principalmente los usuarios?

Son fundamentalmente de dos tipos. Uno, mayoritario, es el usuario de biblioteca pública, más usuaria que usuario, que busca lectura de entretenimiento y novedades; otro, es el investigador, que explota sobre todo las colecciones asturianas. Hay una demanda importante de prensa asturiana antigua, y en esto no hay solamente investigadores, sino también curiosos que buscan información personal, familiar…

¿Aconsejas lecturas a tus usuarios?

Soy bastante reacio a hacerlo, a no ser que me lo pidan muy claramente. ¿Quién es uno para aconsejar? Si lo hago es siempre basándome en lo que el lector dice que le ha gustado.

Además de los servicios propios de la biblioteca (consulta, préstamo, información bibliográfica, etc.) ¿qué actividades suelen organizarse en la biblioteca?

No demasiadas. Hay actividades infantiles como cuentacuentos y teatro, que se han visto afectadas por la pandemia. Hay clubes de lectura y de escritura. De vez en cuando se hace una exposición…

¿Cuáles dirías que son las principales carencias de la biblioteca?

Sin duda el presupuesto, desde hace unos años a esta parte, desde el 2011 en realidad, agravado esto por las dificultades que la Administración no acaba de solucionar relativas a los contratos de adquisición de libros. Aparte de esto, la biblioteca necesita a muy corto plazo bastante espacio adicional para depósitos. También hay que mejorar las condiciones ambientales de los existentes y hace falta más personal técnico.

¿Hasta qué punto la localidad en la que está ubicada, y la población que hace uso de ella, ha condicionado las actividades que se organizan? 

No veo condicionamientos negativos en este aspecto y sí positivos. La situación de la biblioteca dentro de Oviedo favorece mucho la celebración de actividades de extensión cultural, de cualquier clase.

¿Hay alguna actividad que te haya producido especial satisfacción por la acogida que tuvo?

Recuerdo una exposición, “Catorce meses de Guerra Civil en Asturias : libros-imágenes”, de la que fue comisario Adolfo Fernández Pérez, celebrada en 2006 para conmemorar el Día del Libro, que tuvo un inusitado éxito de público, tratándose de una exposición bibliográfica, que generalmente son visitadas por poco público. Resultó muy gratificante.

A lo largo de tu trayectoria, ¿qué persona o personas (usuarios, visitantes ilustres, etc.) te han llamado la atención?

Mucha gente, anónima y conocida, me ha llamado la atención positivamente. Con los investigadores que nos frecuentan he tenido muy buena relación. Con los ayalistas, por ejemplo. De otras personas no usuarias pero vinculadas a la Biblioteca recuerdo especialmente a D. Luis María Fernández Canteli, que tanto contribuyó a enriquecer el fondo asturiano. He de recordar también a Manuel Fernández de la Cera y Emiliano Fernández Prado, consejero y director regional de Cultura respectivamente, responsables de la creación de la biblioteca regional. Hubo entonces una renovación e impulso del sistema bibliotecario que hemos echado en falta muchas veces en años posteriores.

¿Hay algún proyecto que aún no hayas podido realizar y que tengas siempre en mente? ¿Cuál es y en qué consistiría?

Más que un proyecto sería un objetivo general que considero no cumplido del todo: conseguir que la sociedad asturiana nos conozca suficientemente y nos valore como un centro esencial en relación con el patrimonio bibliográfico regional.

Conseguir que la sociedad asturiana nos conozca suficientemente y nos valore como un centro esencial en relación con el patrimonio bibliográfico regional

¿Mantienes contacto habitual con tus compañeros de la Red de Bibliotecas? ¿Por qué canales?

Sí, mantengo contacto, pero con pocos de ellos. Los canales más frecuentes son el teléfono, ABSYSNET y el correo electrónico.

¿Sientes que tu trabajo es valorado?

No sabría decirlo. Me hago dos ilusiones: que es digno de ser valorado positivamente y que efectivamente lo es. Pero también sé o me imagino que no todas las valoraciones son positivas, como es natural.

¿Como has ido viendo la evolución que ha ido sufriendo  la profesión en estos años?

Pocas profesiones han cambiado tanto desde la irrupción de la informatización y, especialmente, desde la aparición de Internet. En materias como la información bibliográfica y el proceso técnico el vuelco ha sido monumental y para mejor. Cuando en 1980 empecé a trabajar en una biblioteca, nuestro trabajo era muy similar al que se hacía a finales del siglo XIX. En cuarenta años se ha pasado de trabajar dentro de una casa, y sólo para sus moradores y visitantes, a trabajar compartiendo información y recursos a nivel planetario.

¿Sigues manteniendo la ilusión y la vocación que te atrajo hasta la profesión de bibliotecario?

Ya a punto de jubilarme el foco tiene que cambiar necesariamente hacia lo personal, ya no lo profesional. Por otra parte, lo que me llevó a la profesión bibliotecaria no fue lo que se suele entender por vocación, fue más bien una casualidad: yo estaba preparando oposiciones a la enseñanza cuando en un encuentro casual con Da. Carmen Guerra, que había sido directora de la Biblioteca Universitaria de Oviedo y que por entonces acababa de jubilarse, me enteré de que iba a ampliarse el personal bibliotecario mediante la creación de una escala auxiliar de bibliotecas para universidades y otros centros del Ministerio de Educación, y de que iban a convocarse oposiciones a no tardar. En ese momento empezó todo.

¿Ha habido algo que te resultase frustrante en estos años? 

Hubo una etapa que me resultó sumamente frustrante (y no lo cuento por las repercusiones personales que tuvo para mí), aunque duró poco. Hacia 1996, la dirección política de la Consejería de Cultura decidió dinamitar la Biblioteca de Asturias y así lo hizo, jibarizando las funciones regionales que tenía desde que se había creado en 1987 y devolviendo plena autonomía a la Biblioteca Pública del Estado, a la que se adjudicaba prácticamente todo el pastel. Se pretendía además dividir lo que ya era de imposible división, por ejemplo las colecciones. Ante semejante tropelía, creo que, con excepciones, predominó entre la profesión la indiferencia, y aquel disparate tuvo apoyos con premio y silencios interesados. Incluso la asociación profesional que existía por entonces no se manifestó públicamente en contra. Felizmente, poco después aquella iniciativa fue políticamente neutralizada a través de una moción en la Junta. Fue muy frustrante aquello mientras duró, sí.

Instaría a adquirir un edificio vecino para ampliar los depósitos y aumentaría el número de técnicos bibliotecarios

Personalmente, y con la experiencia adquirida en este tiempo, ¿qué cosas cambiarías en caso de poder?

Principalmente (para esto habría que tener poder político, o poder de influencia sobre el mismo), cambiaría la categoría de la Biblioteca de Asturias, devolviéndole el rango de servicio, e integraría claramente en ella la Sección de Bibliografía Asturiana. También crearía una sección de fondos generales y otra de fondos especiales asturianos. Instaría a adquirir un edificio vecino para ampliar los depósitos y aumentaría el número de técnicos bibliotecarios. No puede ser que en 2019 (véanse las estadísticas del Ministerio de Cultura y Deporte) la Biblioteca Central de Cantabria tuviera 10 técnicos (facultativos y ayudantes) a tiempo completo, la Biblioteca Pública del Estado de Ceuta tuviera 9 técnicos (id.), la Biblioteca Regional de Murcia 14 (id.) y nosotros tuviéramos para la Biblioteca de Asturias 7 en total, la mitad que en Murcia. ¿Qué cosas tienen que hacer en la Biblioteca Pública de Ceuta y en la Biblioteca Regional de Murcia que no tengamos que hacer nosotros? La penuria de medios de personal necesariamente tiene que traducirse en un peor servicio. Nadie puede discutir esto.

¿Cómo afrontas los retos para el futuro de esta biblioteca? 

Ya con un pie en el estribo, como metafóricamente se suele decir, no me va a tocar a mí afrontar los retos del futuro. Estoy convencido sin embargo de que mis compañeros sabrán estar a la altura de las circunstancias, y les deseo fortaleza y suerte.

(22 de marzo de 2021)

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Sobre el autor

Red de Bibliotecas Públicas del Pdo. de Asturias