Oviedo: La biblioteca de D. Antonio García Oliveros

 No es fácil explicarse hoy cómo un profesional de la medicina, que no sólo desempeñaba un trabajo en la sanidad municipal, sino que mantenía una consulta privada, con responsabilidades familiares y numerosas relaciones sociales activas, encontró el tiempo material para escribir, para investigar, para reunir una espléndida colección asturianista y además para mantener otras aficiones que demandaban mucho tiempo, por ejemplo la de la prefilatelia, en la que destacó singularmente.

 

La afición que más nos interesa aquí es la que le llevó a reunir a partir de la década de 1940, y según una anotación de fecha incierta del propio Oliveros, 4.496 títulos asturianos, además de otros no asturianos, con una perspectiva más propia de una biblioteca nacional que de un coleccionista particular. Esto significa que D. Antonio prestó atención no sólo a los libros asturianos “importantes”, cosa que ya habían hecho antes que él muchos otros coleccionistas y bibliófilos, sino que se interesó también por un tipo de materiales tradicionalmente despreciado por bibliófilos y coleccionistas, y casi totalmente inexistente en colecciones públicas, como los programas de fiestas, las revistas y periódicos más o menos efímeros, las hojas sueltas, en fin por toda clase de papeles humildes.

La colección asturiana de García Oliveros pasó íntegra a su muerte, donada por sus herederos, al Ayuntamiento de Oviedo, y en virtud del convenio existente entre éste y el Principado, se depositó inmediatamente en la Biblioteca de Asturias. El número de títulos distintos es de 3.516 (3.574 ejemplares), unos mil menos que el máximo que debió de llegar a tener la colección. Las mermas se produjeron en vida de Oliveros, pues en sus últimos años de vida se desinteresó de su biblioteca para concentrarse en su colección prefilatélica. Nos consta que en esa época regaló parte de sus libros, especialmente a D. Luis María Fernández Canteli. Esto se pudo comprobar años después cuando, tras la cesión a la Biblioteca de Asturias de las bibliotecas de Fernández Canteli y de su esposa Carmen Moreno, se encontraron entre los fondos de Canteli 1.100 títulos procedentes de la biblioteca de Oliveros. Así pues, si sumamos ambas cantidades, obtenemos 4.674 títulos, más de los 4.500 de la anotación citada de D. Antonio.

Resultado de su esfuerzo fue una colección no excesivamente numerosa, pero sí muy singular, con muchos ejemplares únicos. Para corroborar esto bastará un simple dato: en la biblioteca de García Oliveros, a fecha5 de junio de 2009, hay nada menos que 1.059 títulos (ya descontados los manuscritos, por definición ejemplares únicos) de los que no existen ejemplares ni en el resto de las colecciones de la Biblioteca de Asturias, ni en el RIDEA, ni en la Biblioteca “Jovellanos” (incluida la Biblioteca Asturiana del P. Patac), ni en las colecciones especializadas dependientes del Ayuntamiento de Gijón (Museo del Pueblo de Asturias, Archivo Municipal, etc.) Contrastando con el “amplio espectro” que D. Antonio aplicó a manuscritos e impresos, nos sorprende la ausencia en su colección de lo que los bibliotecarios llamamos “documentos no librarios”, a saber, grabaciones sonoras, mapas, grabados, etc. En cuanto a manuscritos, la consulta al catálogo contabiliza hoy 110 títulos.

Una atención especial fue la que García Oliveros prestó al asturiano. Él mismo fue escritor en esta lengua e intensificó cuanto pudo la búsqueda de sus testimonios escritos, y gracias a él han perdurado una serie de impresos y manuscritos que de otro modo tampoco existirían hoy. Su celo le llevó incluso a copiar ejemplares de otras bibliotecas, unas veces a máquina, y otras a mano, con una letra increíblemente cuidadosa y regular, clarísima, letra que sin pérdida alguna de legibilidad se reduce de tamaño casi hasta lo inverosímil en el catálogo de su biblioteca, que es, él también, un manuscrito particularmente valioso de su colección.. También entre los manuscritos propios de don Antonio merece mención muy destacada un voluminoso diccionario en fichas del asturiano, todavía inédito, en que a las definiciones de los vocablos se añaden anotaciones de autoridades.

El trabajo de coleccionista no se agotaba con perseguir piezas y redactar sus laboriosas y correspondientes fichas para los catálogos. Don Antonio asumió también el trabajo de encuadernador de su biblioteca, en el que colaboraron sus hijos, especialmente su hija Rosario. Hoy llama la atención la cantidad de colecciones facticias existentes, es decir, volúmenes en que se presentan encuadernados juntos varios folletos, a veces de tamaños muy diferentes, sin nexo de unión temático o de autoría, por lo que, parece que la práctica era encuadernar más o menos por orden de incorporación a la biblioteca.

Es ocioso tratar de enumerar unas cuantas piezas valiosas de la biblioteca de Oliveros. En primer lugar, porque hay muchas, y en segundo lugar porque el valor y el interés de su biblioteca, por encima del valor de las unidades que la componen, es un valor de conjunto, un conjunto trabado cuya ligazón reside en el interés por lo asturiano y los asturianos que lo impregna y en el esfuerzo sistemático, hasta donde era posible, por constituir una colección en la que pocas exclusiones se contemplaban, si dejamos al margen los materiales no librarios.

 

(Publicado en Biblioasturias14)

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Red de Bibliotecas Públicas del Pdo. de Asturias