Manolo Abad: “Vivimos en una sociedad despiadada e hipócrita”

 

Manolo Abad es un híbrido de cine, música y literatura, de la radio y el papel, de la noche y la pantalla. Periodista, crítico de rock y de cine, ha trabajado en diversos medios de comunicación escrita y audiovisual. Entre 1987 y 2008 escribió para la revista Ruta 66. Desde 1998 a 2004 editó y dirigió la revista cultural gratuita Interferencias. En la actualidad es asesor musical de la RTPA  y colabora en el diario La Nueva España y en sus suplementos Cultura y La Nueva Quintana, así como en las revistas culturales Literarias y Clarín. Vasos sucios en la madrugada fue su primer libro de relatos, y ahora vuelve al ruedo literario con Viajes al fondo del precipicio, diecisiete cuentos cargados de noche, asesinatos, dejes bukowskianos, y la impotencia de ver cómo alguien se precipita al vacío.

 

Whisky, cigarrillos, noche, bares, suicidios…¿estamos ante un libro oscuro?

Sí, supongo que sí. En el cortometraje Ambition de Hal Hartley se repite la frase “El mundo es un lugar peligroso e incierto” y creo que esta frase puede valer para sumergirse en su lectura. El mundo no es de color de rosa, la vida es dura, muy dura, y conocer esta realidad, ser consciente de ella puede servirnos para saborear todo lo bueno (que lo hay) en la vida, para no desperdiciar los buenos momentos, la amistad, el amor.

El título, Viajes al fondo del precipicio, nos predispone a encontrar dentro rasgos de Bukowski, Carver… y los encontramos.

Sí, ahora no están muy de moda, ¿verdad? Pero sí que creo que existe una línea donde se encuentran Raymond Carver, Charles Bukovski, pero también John Cheever o el Richard Ford que no trata de escribir la gran novela americana, el de Rock Springs o Un trozo de mi corazón o Incendios. Aunque también creo que están presentes Ignacio Aldecoa (todo un maestro del relato), Marc Behm, Pío Baroja o Boris Vian.

El fin del precipicio, en la mayoría de sus relatos, suele ser la muerte, inesperada e injusta, muchas veces en forma de suicidio o asesinato.

La muerte es un tema eterno y universal, el mayor misterio de la vida y el que nos equipara a todos. Y sí, está muy presente en mi obra y a la hora de ponerme a escribir.

Las estrellas de la literatura no salen muy bien paradas en algunos de sus relatos…(Compulsión, Por las calles vacías).

Mucha gente sigue pensando en la ecuación de “lo más vendido=lo mejor” como si eso fuera una garantía de algo bueno o de calidad, cuando, generalmente, no es así.

Yo creo que, más que las estrellas de la literatura, la presencia de un sistema artificial de estrellas, en su mayoría ajenas a la literatura, creadas por una industria “literaria” incapaz de generar, de buscar y de encontrar verdaderos talentos literarios. Ya sea por indolencia, por incapacidad o, simplemente, porque es más fácil colocar en una solapa un rostro conocido y obtener réditos rápidos sin importar ni los lectores ni la literatura, tan sólo un beneficio fácil e inmediato. Algo muy parecido a lo que sucede en la industria musical con muchos de los subproductos con que nos torturan a diario. Mucha gente sigue pensando en la ecuación de “lo más vendido=lo mejor” como si eso fuera una garantía de algo bueno o de calidad, cuando, generalmente, no es así.

En general, habla de un lado oscuro del triunfo, de su reverso tenebroso.

Huuum, sí, me gusta este apunte. Hay un precipicio vital que es el del vacío cuando te has marcado una serie de metas concretas y llegas a ellas o a lo que crees que es alcanzarlas, y te encuentras con que no es lo que habías imaginado.

En Ariete, toca un mundo que usted conoce bien: el del fútbol.

Sí, trabajé como utillero y un sinfín de ocupaciones futboleras más durante una temporada. Fue una experiencia vital muy dura e intensa, pero también todo un aprendizaje sobre el género humano muy útil. Además de un arsenal de historias que, supongo, aflorarán en el futuro.

En el libro, el mal está muy presente en casi todas sus representaciones (violencia, avaricia, venganza…). ¿Existe el mal por naturaleza o es algo que se va engendrando?

Vivimos en una sociedad despiadada e hipócrita, sumamente hipócrita, donde, sí, el mal campa a sus anchas por la falta de referentes morales, por una amoralidad generalizada que entronca con el egoísmo más infantil y cruel y con una competitividad llevada al extremo.

A la hora de tratar el mal hay que ser consciente de que en el mundo, en la vida, muy pocas cosas son blanco o negro. Partiendo de esta premisa, todos estamos expuestos tanto a caer en actos que normalmente no toleraríamos como a recibir ese mal de otros. Dicho esto, creo que es algo que se va desarrollando en muchos seres hasta hacerlo prevalecer. Vivimos en una sociedad despiadada e hipócrita, sumamente hipócrita, donde, sí, el mal campa a sus anchas por la falta de referentes morales, por una amoralidad generalizada que entronca con el egoísmo más infantil y cruel y con una competitividad llevada al extremo.

En sus relatos, la soledad está muy presente.

Sí, la soledad no deseada es, desde luego, una de las características que definen a esta sociedad. El trabajo de los escritores conlleva unas dosis amplias de soledad, pero no se trata de la que invade a Marina Feliú en Sueño de Papel, desesperada y no querida. También entronca tanto con el éxito como con la competitividad que, muchas veces, culminan con esa soledad, tanto la del que se encuentra solo físicamente o la del que está rodeado de extraños, en una soledad tan o más cruel que la física.

En 20 m2, un hombre observa cómo una mujer se tira de una terraza sin poder hacer otra cosa que escuchar música mientras la mira. ¿Es un reflejo de la impotencia?

Sí, por supuesto. Y puedo ir más allá: es un reflejo de todo lo que nos sucede en estos días. Vivimos en unas situaciones que están por encima de nosotros y sobre las que no tenemos ninguna clase de control ni, casi añadiría, posibilidad de remediar en nada. La sensación de deriva vital en la que poco puedes arreglar por ti mismo es también un síntoma trágico de la sociedad en la que vivimos.

Se le ven sus pasiones, ya que el libro tiene una banda sonora indiscutible; casi en cada relato, nos está poniendo canciones.

Sí, son una buena referencia para muchos aspectos emocionales, podríamos decir, ¿no? Además, ahora con las posibilidades que nos dan portales como youtube o goear, no se trata de unos referentes lejanos, sino que cualquiera que lea y que posea un mínimo de curiosidad, puede acceder a él por medio de internet. Y sí, en mi caso la música me ha salvado la vida y ha mitigado momentos de desesperación total.

También está plagado de referencias cinematográficas, desde Hasta que llegó su hora hasta El resplandor.

Sí, incluso hay relatos en sí muy cinematográficos, como “Friday, I´m in love” que es una historia de venganza a lo Sam Peckinpah, por ejemplo. Mi generación, si podemos hablar de una, se hizo cinéfila gracias a la existencia de una cadena maravillosa, la segunda cadena de TVE, que programaba todo tipo de cine, con la posibilidad de verlo en versión original. Cine europeo, cine norteamericano independiente, mucho cine que se escapa del que se repite ahora con implacable tenacidad.

La sensación de deriva vital en la que poco puedes arreglar por ti mismo es también un síntoma trágico de la sociedad en la que vivimos.

De estos 17 relatos, ¿cuál ha sido el que más le ha costado escribir?

Pues, realmente, no lo he cuantificado (risas). Sí puedo decirte que me sucede algo que le escuché decir a Luis Sepúlveda, que las historias se pasan mucho tiempo en mi cabeza hasta que llegan al papel. Incluso, una como la de “Compulsión” estuvo muchos años en mi mente y, cuando se trasladó al papel, se enriqueció mucho más, con varias historias paralelas.

Su primer libro de relatos publicados, Vasos sucios en la madrugada, alcanzó el decimotercer lugar entre las 186 obras votadas como las mejores obras de la literatura asturiana desde 1970 hasta la actualidad en una encuesta realizada entre los lectores de Biblioasturias en el primer y segundo trimestre de 2011. ¿Repetiremos éxito?

No sé, ¿vais a hacer otra encuesta próximamente? Bueno, ahora en serio, el mayor éxito es el de poder ser leído y apreciado. Una de las mayores aspiraciones de cara a los lectores es la de encontrar un grupo de fieles que vaya aumentando -a ser posible- y que con sólo ver una obra tuya se lancen a comprarla, independientemente de que les vaya a gustar más o menos.

¿Ha participado alguna vez en un club de lectura?

Mi buen amigo Ignacio del Valle me llamó en una ocasión con motivo de un encuentro que él tuvo en la Biblioteca Pérez de Ayala, para que le introdujese y realizase unas primeras preguntas para romper el hielo. Lo que iba a tomar esa forma, lo transformamos en un diálogo fluido y que me encantó, con un público muy interesado y participativo. Disfrutamos muchísimo y es una experiencia que me encantaría protagonizar, desde luego.

 

(Fotografías: Pablo Lorenzana)

(16 de mayo de 2012)

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Sobre el autor

Red de Bibliotecas Públicas del Pdo. de Asturias