Ovidio Parades y ‘El tiempo que vendrá’: “que poco sabemos de la vida cuando estamos bien…”

Ovidio Parades (Oviedo, 1971), se ha convertido en uno de los autores más seguidos del panorama literario asturiano. Las obras que preceden a la novela que ahora presenta, El tiempo que vendrá (Trabe, 2012) han sido avaladas por un importante éxito de crítica y público. Colaborador habitual en diversas publicaciones (Clarín. Revista de nueva literatura, El Súmmum, Les Noticies, La Nueva España), donde escribe sobre libros, música, películas o espectáculos teatrales, ha recibido diferentes premios de relato y narrativa corta. En 2001 publica su primera obra: L’habitación azul, y tras unos años de silencio editorial, que no creativo, ve la luz El extraño viaje (Trabe, 2010), volumen que recoge un importante número de las narraciones que había venido publicando en su blog homónimo, que mantiene en la actualidad con un notable éxito de visitas. Ya en 2011, repitió ese éxito con Ventanas compartidas, para debutar ahora en la novela con la obra que presentamos, que comparte con su obra anterior un singular estilo intimista y vital.

 

«De todo esto me salvaste, aunque tú no lo sepas, Eneko», dice el protagonista de esta novela que narra la vida como un viaje simbólico hacia uno mismo: las derrotas, los malos momentos de depresión y aislamientos, de niño «distinto y sensible» en una España sobre la que aún planeaba la larga sombra de los días tristes. Poco a poco, nuestro protagonista se va abriendo camino, como el propio país, dejando que la luz y los cambios entren por las ventanas, aún a medio abrir, de la vida, individual y colectiva, de los españoles. Para un niño distinto, la vida era –y en cierta medida continúa siendo–, en la España de hace unas décadas, una carrera de obstáculos que nuestro personaje debe salvar, y salva, a pesar de las derrotas dolorosas, pero pasajeras. «De todo esto me salvaste, aunque tú no lo sepas, Eneko», confiesa al final el narrador de esta obra que se vuelve generacional, simbólica y optimista. La historia de un aprendizaje. La historia, sobre todo, de un amor que no se esconde.

 

 

Los lectores se encontrarán en El tiempo que vendrá con un potente narrador en primera persona que invita a la referencia autobiográfica, aunque usted advierte que estamos ante una novela, seguro que era conocedor de este riesgo…

Es evidente que la novela tiene muchas cosas mías. Parto casi siempre de mi mismo y de lo que me rodea para escribir, pero mi intención no era escribir unas memorias, sino una novela. En ella, hay muchas cosas que ocurrieron de un modo similar en la vida real y muchas otras que no son reales, que están inventadas. Sin embargo, pese a las similitudes con tu propia vida, cuando empiezas a escribir ese personaje ya no eres tú. Ya no te pertenece. Tiene vida propia. Es la magia de la literatura. Su misterio.

 

El narrador propone un tono intimista, nos transmite más que unas acciones o acontecimientos, los sentimientos y sensaciones de su protagonista ante esos hechos… ante la vida…

Sí, es la literatura que más me interesa como lector, aunque tampoco desdeño la otra. Las sensaciones que nos provoca lo que nos rodea, las evocaciones de un pasado que ya no existe… Todo eso me apasiona a la hora de enfrentarme a la hoja en blanco.

 

En lo que se refiere a la forma, ha optado por la realización de capítulos que casi pueden leerse de forma independiente como relatos, ¿es herencia tal vez de sus obras anteriores?

Me muevo con soltura en las distancias cortas. Pero esta vez quería ir más allá. Y aunque la novela esté fragmentada en capítulos, debajo de todos ellos creo que hay un hilo poderoso que los une. Teniendo en cuenta que, además, es una narración que va y viene en el tiempo.

 

La verdad es que con esta opción ha conseguido aportar a la obra un ritmo y adictividad que invita a continuar la lectura. A ello se suma el uso de la frase corta, el tono poético y la oralidad, que en ocasiones parece interpelar al lector, incluso con preguntas directas, ¿podríamos hablar de la búsqueda de un estilo propio?

Muchas gracias. Le diré algo: tardé casi tanto tiempo en escribir la novela como en corregirla. Buscaba esa pureza del lenguaje. Que no sobrase ni faltase ninguna palabra. Ese estilo aparentemente sencillo es el que más me interesa como escritor y como lector.

 

Llama la atención también la minuciosidad en la descripción de atmósferas y detalles que pueden parecer cotidianos, que pueden pasar desapercibidos, pero que cobran una gran relevancia en la obra…

Creo que los detalles son fundamentales. Eso que está ahí, a nuestro alcance, y a veces se nos escapa. En esas cosas, aparentemente menores, reside una parte importante de nuestras vidas. De la vida, en general.

los escritores intentamos reflejar con palabras la vida, las vidas. Si te sientas en un banco y observas todo lo que nos rodea, el movimiento de la gente, de las cosas: los sonidos, las sensaciones, verás que ahí está casi todo”

 

En alguna ocasión le hemos escuchado comentar que en su obra desea “reflejar la vida, vista con las palabras”

Eso es lo que intentamos los escritores: reflejar con palabras la vida, las vidas. Si te sientas en un banco y observas todo lo que nos rodea, el movimiento de la gente, de las cosas: los sonidos, las sensaciones, verás que ahí está casi todo. Da lo mismo que te sientes en un banco de tu ciudad o de Nueva York. Luego, la tarea del escritor es convertir esas imágenes, tan variadas, tan ricas, en palabras. Sí, a eso me refería en aquella charla por la radio.

 

Si pasamos a abordar la temática de su obra, tal vez deberíamos comenzar destacando que estamos ante una gran historia de amor…

Sí, creo que la novela es, ante todo, una historia de amor. Para el protagonista, encontrar a esa persona le sirve para rememorar, a punto de cumplir 40 años, el pasado. Y los aspectos más terribles de ese pasado, como el acoso escolar que sufrió por ser homosexual.

 

Una historia de amor homosexual que no se recrea en la diferencia respecto del heterosexual, sino en los sentimientos compartidos…

Me interesan las historias de amor: en el cine, en la literatura, en la música, en la propia vida… Que sea homosexual o heterosexual es algo anecdótico. Porque lo que importa realmente son los sentimientos, los lazos que unen a unas personas con otras…

con la historia de amor de esta novela, como con todo lo que escribo, quiero dar una absoluta sensación de normalidad a unas relaciones que, por desgracia, no siempre se respetan”


Es consciente que ello, lejos de aproximarse a una posible literatura de género, consigue el acercamiento del lector heterosexual…

Sí soy consciente. Quiero con la historia de amor de esta novela, como con todo lo que escribo, dar una absoluta sensación de normalidad a unas relaciones que, por desgracia, no siempre se respetan. Hemos avanzado mucho, hay que seguir defendiendo los derechos de los homosexuales (ni un paso atrás, como decía aquel lema), y hacerlo, ya digo, con naturalidad. Ser homosexual es como tener los ojos verdes o marrones. Hay personas a las que les gustan las personas del sexo contrario y otras, a las que nos gustan las de nuestro propio sexo. Punto.

 

Una novela valiente, sincera, que aborda la problemática de toda una generación, tal y como usted la denomina, la de “los años oscuros”…

Sí, porque ahora (casi) todo el mundo acepta la homosexualidad, pero todos sabemos que no siempre fue así. Hasta hace dos días, las cosas eran diferentes. Por eso le digo que no hay que retroceder ni un paso en avances y derechos, gobierne el partido que gobierne. Y sea el que sea, la opinión de la iglesia y sus jerarcas, siempre repicoteando contra lo mismo, no debe intervenir en esas decisiones. Para reclamar respeto hay que ofrecerlo. El respeto es la palabra y la actitud fundamental. Algunos no deberían olvidarlo.

 

En ella refleja un aspecto que sin duda estremecerá al lector, el maltrato infantil en los colegios ante los indicios de homosexualidad, asusta que pueda ser real lo que cuenta en la novela…

Eso es absolutamente real. Todo lo que cuento a este respecto es, por desgracia, rigurosamente cierto. Y aún me he quedado corto. Fue una experiencia brutal, salvaje, muy traumática. Mi sueño sería que nadie tuviese que pasar por aquello por lo que yo pasé por ser homosexual.

 

Es una novela también de silencios… que en algún caso son también dramáticos, como el silencio ante esa injusticia… “El silencio como una forma más de complicidad, de absoluta complicidad”.

Lo peor, con la perspectiva del tiempo, le puedo decir que es la mirada hacia otro lado de aquellos curas y profesores que no intervenían en lo que estaba ocurriendo. A día de hoy, nadie se ha disculpado por ello. El silencio de los adultos, de curas y profesores, era peor que los propios insultos de tus compañeros. Ellos eran los que deberían de haber intervenido y no lo hicieron.

 

 

El tiempo que vendrá hace también referencia a la crisis de los cuarenta, “esa edad por la que más de una persona -según dicen- pasa por la mayor depresión de su vida”… pero con un tono positivo que tiene que ver con el tiempo futuro de su título…

Siempre se habla de los cuarenta como el principio de alguna depresión. Por un lado, es normal. Hemos vivido (con suerte) la mitad de la vida y a todos nos han quedado muchas cosas en el camino, por hacer. Sin embargo, creo que hay que darle la vuelta al asunto y aprovechar el tiempo que nos quede, intentar hacerlo para alcanzar el sueño, los sueños, cada uno los que tenga. Hay que vivir siempre con la mirada puesta hacia delante. No queda otra.

 

Quizás por ello sea también una novela generacional, con iconos y ambientes reconocibles por quienes la hayan vivido. Inolvidable el episodio con la “diva” Sara Montiel…

Sí, eso escribió el poeta y amigo José Luis Piquero sobre El extraño viaje. Mis escritos se acercan un poco a esos retratos generacionales porque, cada uno con sus particularidades, hemos vivido muchas cosas similares. El episodio de Sara Montiel, una de las estrellas indiscutibles de este país, a la altura de Ava Gardner o Elizabeth Taylor (y no sólo en belleza), refleja muy bien aquella época, la de nuestra infancia, las ganas de conocer a los mitos, a las estrellas.

 

“Que poco sabemos de la vida cuando estamos bien”… la enfermedad, y en particular la depresión y su superación son tratadas en su obra con especial sensibilidad.

Sí, sabemos poco, sobre todo si no las hemos padecido. Hay que tener una cosa clara, aunque en ese momento no nos demos cuenta: salir adelante. Intentar hacerlo a toda costa, con ayuda médica incluida, si es necesario. Luego, está la enfermedad de la madre del protagonista, que es la misma que sufre mi madre. Estamos poco preparados para enfrentarnos a las enfermedades de los que nos rodean, de los seres queridos. Al dolor. Hay que pararse, analizar el problema y controlar la situación. Las personas que están enfermas así lo necesitan.

 

En su novela juegan un importante papel dos mujeres que no precisan de ese glamour de la estrella de cine para acercarlas a la divinidad: la madre y la abuela del protagonista, que “cierran un círculo perfecto”…

Mi madre y mi abuela han sido fundamentales en mi educación. Sin duda, las dos personas más importantes de los primeros años de mi vida. Mi madre, que aún está a mi lado, continúa siéndolo. Esos dos personajes son un homenaje a ellas, a todo lo que les debo. Tan abiertas, tan comprensivas, tan defensoras de los suyos. No hay día que no recuerde a mi abuela, muerta hace ya más de veinticinco años.

 

En la obra cita en varias ocasiones ese Aunque tú no lo sepas, no sé si en referencia al poema de Luis García Montero y a la canción de Enrique Urquijo -también generacional- o sólo por la propia relevancia de esa frase…

¡Es verdad! Fíjese, con lo que me gusta ese poema y no lo recordé mientras escribía esos tramos de la novela. Es lo maravilloso de la literatura, que está ahí, dentro de ti, siempre.

 

En el comienzo del libro coloca una cita de Francisco Umbral que a buen seguro no es gratuita, “Escribo por el placer de desaparecer”,“Escribir es ausentarse”… ¿es algo que comparte el Ovidio Parades escritor?

Exactamente. Umbral fue un grandísimo articulista. Muy importante en la historia de este país. Y escribió una novela, Mortal y rosa, de la que procede esa cita, que será recordada cuando ni usted ni yo estemos aquí. Esas palabras, creo que definen a la perfección lo que quiere decir, a veces, escribir: desaparecer de este mundo, ser otro, olvidar. Y olvidando, recordar. Es como una especie de juego, sí. Un juego necesario para algunos de nosotros.

 Siempre se habla de los cuarenta como el principio de alguna depresión. Sin embargo, creo que hay que darle la vuelta al asunto y aprovechar el tiempo que nos quede, intentar hacerlo para alcanzar el sueño, los sueños, cada uno los que tenga. Hay que vivir siempre con la mirada puesta hacia delante”


Mantiene desde hace años un blog que cuenta con miles de visitas y cientos de seguidores… lejos de los que opinan que internet ha cambiado la forma de escribir, usted ha demostrado que puede mantener un tono literario, hasta el punto de poder viajar sin problemas de la red al libro… ¿extraño viaje?

Escribo en mi blog con honestidad. Con la misma con la que escribo en otros medios escritos. Con la misma que escribiría, caso de que tuviese oportunidad, en EL PAÍS, por poner un ejemplo. Mantener la calidad literaria, escribas donde escribas. Creo que esa honestidad es una de las claves del éxito del blog, que, como dice, cada vez tiene más seguidores, más visitas…

 

Tras El extraño viaje y Ventanas compartidas, con los que ha alcanzado un notable éxito de crítica y público, ha llegado su esperada primera novela… ¿en sus próximos trabajos volverá a la narración breve o apostará por la novela? ¿dónde se siente más cómodo?

Ahora mismo, aparte de las dos o tres entradas semanales del blog, las reseñas (y lo que vaya surgiendo), estoy empezando a escribir una nueva novela. A ver hacia dónde me lleva, que nunca se sabe… Me siento cómodo en la literatura. Las cosas van apareciendo y sólo tienes que tirar del hilo, sentarte a escribir todos los días, sea cual sea el recorrido de ese texto.

 

Usted ha sido librero y conoce bien la delicada situación que están pasando las librerías, quizás son el eslabón más débil ante los nuevos parámetros de la lectura digital, ¿cree que podrán mantener su papel de mediador final con el lector?

Echo mucho de menos mi época de librero. Por desgracia, la última en la que trabajé, Trabe, cerró sus puertas debido a la crisis y estoy deseando que me llamen de alguna para trabajar en ella. Me gusta el contacto con la gente, acercar los libros a las personas que así lo desean… Los libros en papel, aparte de otros formatos digitales, deben mantenerse. Todos debemos hacer para que así sea. No creo que desaparezca.

Es muy triste que muchas bibliotecas no tengan ahora presupuesto para comprar libros. Los ciudadanos, como en tantas cosas en estos tiempos, nos sentimos impotentes. Estamos con las manos atadas.”

 

Casi podría hacerle la misma pregunta referida a las bibliotecas…

Las bibliotecas son fundamentales para la formación de todos. Es muy triste que muchas de ellas (entre ellas, la de Oviedo, donde pasé y paso tantas horas), no tengan ahora presupuesto para comprar libros. Muy triste y muy doloroso. Los ciudadanos, como en tantas cosas en estos tiempos, nos sentimos impotentes. Muy tristes e impotentes. Estamos con las manos atadas.


La novela ha salido ya hace unos días, pero ha querido esperar al 22 de noviembre para presentarla en sociedad… es una estrategia cuanto menos curiosa, ¿quería dar tiempo a los lectores?

No, no se trata de ninguna estrategia. Es algo más sencillo. Me gusta presentar mis libros de un modo especial, que la gente que quiera se acerque, escuche lo que podamos decir, que le dedique los libros si lo desea, etc. Y creo que el mejor día para ello son los jueves, cercanos ya al fin de semana, cuando la gente está más relajada, más predispuesta… Y en el Club de Prensa, a las 20 horas, no tenían espacio hasta ese día. Así son las cosas. Espero no defraudar. Estaré acompañado de Yolanda Lobo y Azucena Vence, dos mujeres a las que quiero y admiro, así que creo que no es mala compañía. Os espero a todos.

 

(16 de octubre de 2012)

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