Paco Ignacio Taibo II: Militancia cultural, pasión por los lectores

(Gijón 1949) Reside en México desde 1958. Periodista, historiador y escritor, es uno de los mejores autores de la novela negra contemporánea. Director de la Semana Negra de Gijón, sus obras superan el medio centenar y han sido traducidas con gran éxito a más de veinte idiomas. Premio Hammet en 1989 por La vida misma, en 1991 por Cuatro manos y en 1994 por La bicicleta de Leonardo, ha recibido también los premios Planeta Internacional, Grijalbo de Novela y Café Gijón, entre otros. Sus novelas han sido distinguidas en cuatro ocasiones con la nominación al mejor libro del año por el New York Times, en otras dos por Los Ángeles Times, y en 1994 obtuvo el Premio a la Mejor Novela Policíaca en Francia.

Capaz de renunciar a los derechos de autor de varias de sus obras para colaborar en proyectos de fomento de la lectura, así como de montar un tenderete en medio de la ciudad de México y regalar miles de libros en una sola mañana, entre ellos, 10.000 volúmenes de la biblioteca personal de su padre, Paco Ignacio Taibo II practica la militancia cultural con un entusiasmo que revela no sólo su amor por la literatura, sino su pasión por los lectores. Provocador sin remedio, reconoce que “si no hubiera habido tanta vocación de destruirla, seguramente no habríamos aguantado 23 años de Semana Negra”, y no se recata en admitir que se da el gusto de “hacer locuras”, porque “con el dinero que gano de la venta de mis libros hago lo que me sale de los cojones”.

 

Organizar la Semana Negra debe suponer un duro trabajo de selección literaria. ¿Cuántos libros lee?

Leo cien páginas al día, soy víctima de una curiosidad patológica. Busco y encuentro, y todos los años llego con cuatro locuras, pero además, el resto del equipo también anda pescando, así que siempre aparece algo interesante. Lo único bueno es que me innové a mí mismo, porque aprendí a mear sentado, con lo cual gané horas de lecturas.

¿Por qué decidió un día que cabían más colores en la Semana Negra?

Nosotros empezamos con el negro nada más, pero después de cinco años nos dimos cuenta de que estábamos cometiendo un error y que corríamos el riesgo de comernos en nuestra propia salsa. Si no rompíamos eso nos volveríamos como otros festivales que conozco muy bien y que se agotan después de seis años oyéndose los unos a los otros, porque las figuras no varían tanto y terminan por quemarse. Nuestra idea fue cruzar a los autores de negro con otros géneros y empezamos con el cómic. Con eso ya le dimos más vida al festival, había rostros nuevos y el debate se ampliaba. Con el tiempo metimos la ciencia ficción y la mezcla funcionó muy bien, y después nos dijimos: Chaval, ¿tú sólo lees a Lovecraft? No, tío, hay que leer a Quevedo, y entonces metimos la poesía. Ya teníamos una noche de poesía y tres literaturas de género, entonces nos preguntamos qué más debería estar aquí, y nos adelantamos cinco años a la industria editorial española y metimos la novela histórica. La Semana Negra la puso sobre la mesa antes de que las editoriales la descubrieran. Lo que hacemos es un festival de género y así hemos añadido también literatura testimonial negra, con crímenes reales, y últimamente empezamos a meter lentamente uno o dos historiadores porque la historia también es arte narrativo.

¿Qué otros géneros llaman a la puerta?

He tratado de sumar el western pero sin éxito, porque es imposible traer a ninguno de los buenos novelistas del género y si quieres añadir algo nuevo debe de entrar por la puerta principal, no por la de atrás. Por eso tienes que contar con los grandes, pero me quedé con las ganas.

 

 

 

 

 

“La literatura es fuente fundamental de pensamiento crítico y utópico, por eso hay que extenderla”

 

La Semana Negra tiene un evidente compromiso político y social.

Somos un festival de izquierdas, si alguien lo duda es que no ha pasado por aquí. Somos un grupo de gentes de izquierdas que hacemos un festival de izquierdas, pero eso no significa que seamos excluyentes o que al publico les niegues derechos, todo lo contrario, nosotros lo entendemos como algo participativo, amplio y popular donde se mezcla la fiesta sin complejos de culpa con el nivel cultural más alto que se pueda.

¿Quizás por eso el festival ha sido fuente constante de polémicas y confrontaciones?

En realidad llevamos ya tres años sin problemas y sin ninguna denuncia por ruidos. Respecto a la ubicación, como todos los años cambiamos, volveremos a tener polémica cuando volvamos a cambiar. En Gijón las polémicas son siempre tan localistas…

¿Cómo ve a la Semana Negra tras estos 23 años?

Me veo a mí mismo viejo, pero organizarla sigue siendo una aventura divertidísima. Somos el único festival que no tiene burocracia, cuyo equipo desaparece en agosto y renace en abril, como el ave fénix. No tenemos oficina, ni personal permanente, ni nada, sólo un proyecto y un acuerdo entre un grupo de personas, que ni siquiera pasa de treinta. Pero es una aventura continua, divertida y a ratos agotadora. Y como somos un equipo al que le va la marcha, si no hubiera habido tanta vocación de destruirla, seguramente no habríamos aguantado 23 años. Pero nos preguntamos: ¿Por qué se quieren cargar un festival tan guapo? Pues ahora lo hacemos por nuestros santos huevos. Y muchos años fue así, por nuestros santos huevos lo hicimos.

¿Cómo se percibe la Semana Negra desde el extranjero?

Su repercusión internacional es enorme, si no se ve aquí es porque algunos se empeñaron en que no se viera. El debate en Gijón siempre fue muy provinciano, y por mas que yo asegurara que salíamos en el New York Times o que nos dedicaban trece minutos en la cadena CNN Internacional, se me quedaban mirando y pensaban: Si éste jugó a la pelota conmigo, cómo va a ser eso verdad. Pero ahí está…

¿Cuesta lidiar con las presiones a la hora de elaborar la lista de autores invitados?

Es una negociación muy complicada, pero no puedes permitir que el festival te lo dirija la industria editorial porque entonces seríamos la Feria del Libro de Madrid, donde hay un montón de casetas en las que nada se destaca, no hay vida cultural, las editoriales pagan a sus autores, los tienen un día firmando y luego adiós muy buenas. Ni hay diálogo ni encuentro literario. La Semana Negra no sólo es un festival de cara al público, sino que hay un montón de horas en las que un escritor se sienta con otro escritor y tres mirones en la puerta de una carpa. Y esas horas son para nosotros muy importantes porque son las que te permiten años después invitar al autor a volver y que acepte porque la Semana fue como oxígeno para ellos.

Paco Ignacio Taibo, con varios componentes del equipo de trabajo de la Semana Negra.

¿Repercute en las ventas de un autor su paso por Gijón?

La visión global no es fácil tenerla, pero cuando la Semana Negra relanza a un autor sus ventas crecen. Ocurrió con Yasmina Khadra, el novelista argelino, que cuando vino tenía ventas de 300 ejemplares y después se convirtió en autor que vende varias ediciones con cada uno de sus libros. Y ocurrió con Fred Vargas, la escritora francesa que estuvo el año pasado. No siempre tiene que ser un aumento de ventas, en otros casos lo que es significativo es que ganas un premio en la Semana Negra y te publican en Francia, Italia, Alemania, Yugoslavia… Nuestros premios no tienen dinero detrás pero tienen prestigio.

Un lector impenitente como usted, ¿es usuario de alguna biblioteca?

No sólo usuario, sino que acabo de fundar dos bibliotecas de barrio en México, dentro del proyecto Brigada para Leer en Libertad, una ONG que hemos creado en familia con la que queremos llevar la lectura a sectores que por razones culturales o económicas no tienen acceso a ella. Organizamos mercadillos, con libros de saldo en barrios donde no hay librerías; tendederos de poesía con poemas en lugar de ropa y con la única condición de que quien se lleve uno tienes que leerlo en público; ferias de libro con precios de saldo, etc., y en esta Brigada participan, además de muchas otras personas, los cuarenta autores más importantes del país, entre ellos, José Emilio Pacheco, Premio Cervantes 2009, Elena Poniatowska y Ángeles Mastretta. La literatura es fuente fundamental de pensamiento critico y utópico, por eso hay que extenderla.

http://paraleerenlibertad.super-red.es
http://www.semananegra.org

 

(Publicado en Biblioasturias17)

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Sobre el autor

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