Ricardo Menéndez Salmón, Ignacio Del Valle, Miguel Barrero: “Somos francotiradores”

La literatura asturiana en castellano está viviendo una etapa de esplendor que quizás no está siendo suficientemente valorada por los lectores asturianos. Hemos querido abrir esta nueva sección con tres jóvenes autores representativos de una joven generación que cuenta con la calidad de su literatura como hilo conector. Los tres son de una u otra manera profesionales del oficio de escribir, y en este caso, tienen la palabra. 

 

Miguel Barrero: Tenéis en vuestro currículum decenas de premios literarios, en ocasiones denostados por los propios escritores y los críticos. ¿Qué opinión os merecen estos premios, sirven para algo?

Ricardo Menéndez Salmón: Son un mal necesario. No nos engañemos, si hoy la literatura forma parte de una industria, esa industria tiene que generar instrumentos que permitan el reconocimiento. Los premios para mí tienen tres virtudes: una, muy obvia, es la económica, que a veces se demoniza y no entiendo por qué, un escritor es un trabajador un tanto atípico pues no tiene un sueldo fijo y de alguna manera tiene que ser recompensado por lo que hace. Segundo: los premios permiten el acceso o conocimiento por el mundo editorial y hacen más fácil la posibilidad de publicación. Tercero: aportan una predisposición del lector hacia el libro refrendado por un premio. El problema que yo encuentro es que hay una inflación exagerada, hay demasiados y dejan de ser un elemento discriminatorio dela calidad. Otro problema grave es que muchos de los premios importantes de este país son premios endogámicos, nacen con la vocación de premiar a autores que ya están en nómina de una determinada editorial.

Ignacio del Valle: Esta es una carrera muy solitaria y los escritores que comenzamos desde abajo afrontamos un maratón en el que no te vas a encontrar con gente que te anime ni te vaya a dar bebidas isotónicas, estás tú solo, con tu obra. Los premios, sobre todo cuando eres joven, son escalones que te ayudan a acercarte al objetivo principal que sería publicar en una gran editorial que te acerque mucho más al público. Además te ayudan a mejorar, máxime cuando no tienes gente con quien contrastar, padrino, maestro o círculo literario, y son un reconocimiento, algo básico y existencial en este oficio.

“un libro inteligente cambia tu visión del mundo”
Ignacio del Valle

R.M.S.: ¿Qué significa para vosotros la literatura? Cual creéis que es a día de hoy, en un mundo tan complejo, su función, si es que cumple alguna…

I.V. : Hay un momento clave en la vida de todos los escritores, hay un punto de no retorno, que es cuando te das cuenta que la literatura no va a cambiar el mundo, ni las canciones, las esculturas, las pinturas… entonces tienes una especie de “shock” y a partir de ahí tienes buscar nuevas motivaciones, aparte de esa necesidad interior -Lope de Vega el último día de su vida supo que iba a morir por una causa sencilla, ese día no tenía ganas de escribir-, tenemos una obligación, la de enseñar a mirar. Un libro inteligente cambia tu visión del mundo, y eso hace que aunque tú, como persona, no vayas a poder cambiar las circunstancias que te rodean, adquieras elementos de juicio para que no te engañen respecto a ellas. -Clint Eastwood, en El fuera de la ley, dice “si te están meando que no te digan que está lloviendo”.

M.B. : Escribir es un acto muy egoísta, escribimos por propia necesidad. La literatura y el arte por extensión pueden ser considerados como algo inútil, entendido como que un hombre puede vivir una vida estupenda sin haber leído o haber visto un cuadro. Pero la literatura tiene que enseñar a reflexionar, y creo que en estos tiempos es necesaria como lo fue en los momentos históricos más convulsos. Uno cuando escribe pone sobre la mesa sus miedos y obsesiones, la literatura puede servir para que otra gente que sufre tus mismos miedos los comparta contigo y reflexione sobre ellos.

 

I. V. : Literatura: ¿arte u oficio?

M.B. Tiene las dos cosas. El escritor en cierta manera no deja de ser un artesano, como el ebanista que trabaja en su oficio y de cuyo taller también pueden salir obras de arte. Para crear la obra de arte hace falta oficio. Digamos que es un oficio desde el punto de vista del escritor y un arte desde el del receptor, del lector. Hay escritores superventas que son meros obreros, que escriben sin ningún tipo de ambición artística, y sus libros se venden y cuentan con lectores que los disfrutan y les encuentran su utilidad. Para nosotros el arte y la literatura no es algo inútil, pero de forma general quizás pueda considerarse así, muchas generaciones han llegado hasta nosotros sin disfrutarlo, ¿cuántas generaciones han pasado sin leer un libro en su vida o sin admirar un cuadro…? El arte, y la literatura como tal, es un bien elitista, siempre te exige unos conocimientos previos para poder disfrutarlo. Es algo metafísico: su utilidad reside en su inutilidad.

R.M.S. : Yo creo que la literatura tiene algo de oficio, de artesanía, es una técnica más, como la pintura o la construcción de barcos, pero me resisto a contemplarla sólo como un oficio, es más un arte. Trabaja con elementos de ficción, con elementos intangibles. El escritor no trabaja con nada material y ello le separa de otro tipo de artesanos. La literatura tiene algo de misterio, sobre todo la gran literatura, en ese sentido es un arte y como tal, es muy difícil valorarla en términos de utilidad. Mi pregunta sería ¿pasaría algo si los libros dejasen de publicarse en el mundo? Se me antoja que si respondiera “no” diría una verdad, nuestro acervo histórico es ya tan grande que ya podríamos tener suficiente. Pero al mismo tiempo creo que en el futuro, cuando quisiesen revisar el pasado, si la literatura desapareciera no encontrarían claves para interpretar nuestro tiempo. El escritor es un notario de la realidad, alguien que levanta acta del mundo que nos toca vivir, pero que no tiene que buscar que ese acta se convierta en un tipo de verdad ni que tenga siquiera ninguna practicidad.

“en Asturias hay muchos escribientes y muy pocos escritores”
Ricardo Menéndez Salmón

M.B. : Cuál era vuestra actitud al comenzar a escribir vuestros primeros textos?

I.V. : Hay una verdad irrefutable: aquí el carácter es destino. Escribir es un acto de reafirmación individual. Lo decía Kipling en If, un poema que debería ser leído por los todos los escritores de 20 años, que trabajen como cabrones, que eviten los cenáculos literarios, que se presenten a premios, porque al final, el que vale, va a salir. Eres un francotirador y ni siquiera tienes el compañero que te fija el objetivo con los prismáticos. Escribir es un acto de confianza en uno mismo, un acto de fe.

R.M.S. : Cuando empecé a escribir lo hice de un modo muy intuitivo y anárquico, y sobre todo, estaba muy contaminado por mis lecturas. Yo creo que lo más importante para un escritor es ir creando una voz propia, que además le llevará a unos temas y unas obsesiones propias. Mi recuerdo de los primeros años de escritura es que era una persona completamente “informada”, en el sentido de que no estaba formada, era amorfa. Creo en el término de los años de formación, los diez, quince primeros años de un escritor en los que esta buscando encontrar la voz, el estilo, el tema, la distancia exacta. En mí fue una etapa oscura, años de magma, de funcionar por acumulación, casi como una metáfora geológica, la tierra que yo estaba pisando era la sucesión de capas y capas sobre las que iba levantándome.

R.M.S. Qué función ha desempeñado lo local, el lugar en que nos ha tocado nacer y vivir, ¿ha tenido algún peso en lo que habéis escrito o es algo accidental?

I.V. : Ello depende de cada escritor, a mí personalmente no me ha influido en nada el nacer en Asturias, si lees mis novelas observas que no hay ninguna influencia, ni siquiera del paisaje. Yo siempre he partido de un listón universal, incluso desde mis primeros libros tenía una visión global, al escribir yo pensaba en Sanghai, Nueva York… y también en Oviedo. Hablar de literaturas nacionales o nacionalistas es una forma de limitar al escritor, una forma de guetto. El mejor escritor asturiano es Onetti, Calvino, Cervantes… Son listones universales, lo que se escribe aquí tiene que entenderse en Los Ángeles, y el que no lo haga así es que no tiene mucha idea de escribir.

M.B. Sí que depende de cada escritor y también tiene una importancia relativa. En mi caso, en mi primera novela en ningún momento se menciona Asturias, podía haber pasado aquí o en cualquier lugar del mundo en el que haya habido un conflicto semejante al dela GuerraCivilEspañola. El contexto fue una ayuda para escribirla, era más fácil partir de lo conocido y no quería ser demasiado ambicioso en mi primera novela. Partí de algo sólido, que ya conocía bien, para luego desarrollar los temas que me preocupaban. En lo siguiente que he escrito la presencia de Asturias es nula. Puede marcar más que la ubicación geográfica el contexto en el que te muevas, la gente que te rodea. El lugar no tiene por qué ser algo determinante a la hora de plantear una carrera literaria.

“la literatura está siendo fagocitada por el mercado”
Miguel Barrero

I. V. ¿Por qué la literatura de calidad no puede ser comercial?

M.B. Porque la literatura es vista por los lectores en general como un entretenimiento. Lleva menos trabajo leer un best-séller o una novela fácil que leerte a Onetti, Faulkner o Benet. Es un problema de percepción de la literatura por los potenciales lectores y también un problema de educación. La mayor parte de la gente no sabe leer o no está preparada para afrontar una obra de cierta envergadura, como bien puede ser el Viaje al fin de la noche, la Divina Comedia, o el Quijote mismamente. Se va a lo fácil, a lo cómodo. Sí que hay novelas que siendo de fácil lectura tienen un revés de cierta envergadura, El tiempo de los emperadores extraños es un buen ejemplo, pero eso no ocurre con todos los libros “comerciales”. También hay muchos libros que son comprados pero que nunca llegan a ser leídos.

R.M.S. Yo no creo que la alta literatura esté reñida conla comercialidad. Aveces olvidamos que algunos de los mayores escritores de todos los tiempos son muy leídos. Víctor Hugo o Dostoievski son superventas, se llevan haciendo innumerables reediciones de su obra. Kafka vende él solo más que miles y miles de escritores. No podemos pretender que todos los libros lleguen al mismo número de lectores, Thomas Bernhard o Pessoa no pueden llegar a los 50.000 lectores que pueda tener Coelho o Pérez Reverte, pero que lleguen a los 5.000 u 8.000 ya es un auténtico éxito. Por otra parte hay best-séllers de temporada que no aportan absolutamente nada, se leen y se olvidan.

 

M.B. Hay mucha gente escribiendo en Asturias y de gran calidad, sin embargo las cifras de ventas de sus libros no son nada llamativas, ¿a qué creéis que se debe?

R.M.S. Que haya mucha gente escribiendo en Asturias, y voy a ser un poco malvado, no creo que eso los convierta en escritores. En Asturias hay muchos escribientes y muy pocos escritores. Los verdaderos escritores se pueden contar con los dedos de las manos, tanto en narrativa como en poesía. Sospecho que la pregunta se pueda trasladar a cualquier comunidad, los lectores asturianos no leen a los escritores asturianos como los de Murcia no leen a los murcianos. Conozco el mundo de la edición en Asturias y la mayor responsabilidad de ello reside enla Administración Pública, que ha sido incapaz de generar los mecanismos que permitan a las bibliotecas asturianas dotarse con todos los libros publicados en Asturias. Lo mismo para las librerías.La Administraciónes responsable de la falta de presencia de los escritores asturianos. Fundamental también es destacar la absoluta nulidad dela Universidadasturiana para hacerse eco de los creadores asturianos, los desconoce. Sila Universidaddebe ser una caja de resonancia de lo que sucede en una región, en este caso no cumple su papel.

I.V. : Nadie es profeta en su propia tierra. De todas maneras yo no encuentro ningún sentido a estas etiquetas de “literatura asturiana” y “escritor asturiano”. Yo cuando devoraba las bibliotecas me formaba leyendo un conglomerado de autores de talla universal. El éxito reside en buscar las personas, no las razas, el color o la nacionalidad, el asunto está en que tengas talento y capacidad. Quizás esa sea la clave del asunto.

 

R.M.S. El escritor es condición necesaria e imprescindible para que exista el libro, pero para que éste tenga una visibilidad precisa de toda una cadena de montaje, depende del editor, del librero, del bibliotecario, que son esenciales para que su trabajo llegue al lector. ¿Qué papel desempeñan todas estas personas que están alrededor del autor?

I.V. : Hoy en día el papel de los libreros seguramente que es esencial. Pero todo avanza en una dirección que hace que los contenidos seguirán siendo los mismos pero los continentes van a ser diferentes, los soportes van a cambiar. No quiero ser apocalíptico pero al libro como objeto físico no le deben de quedar más de 15 o 20 años y la labor del librero y del bibliotecario tendrá que adaptarse a los nuevos soportes. No sé hacia qué dirección, pero lo que es seguro es que el mundo editorial va a cambiar mucho, tanto por los derechos de autor como por la forma de escribir las obras. Cambiará el papel del lector dentro ya de la obra del escritor, que ya no será ese creador omnímodo y tendrá que admitir mucho más las opiniones del lector… quién sabe.

M.B. Lo que pasa es que la literatura está siendo fagocitada por el mercado. El autor es sólo dueño de la obra hasta que pone punto final y la entrega al editor, en ese momento deja de tener control sobre ella y ese control pasa a otros, de forma directa al editor e indirecta a los lectores. En este sentido el papel de libreros y bibliotecarios es, o era, muy importante, pues al estar fagocitado por el mercado, el libro deja de ser un objeto de librería y pasa a ser objeto de supermercado. Eso crea que las editoriales con mayores mecanismos de promoción lleguen fácilmente al público pero en una escala menor el escritor está en manos de los lectores de verdad, los que pueden leer tu obra y recomendarla a otros. Yo soy pesimista pues si desaparecen las pequeñas librerías cada vez habrá menos espacio para las editoriales pequeñas y ello puede perjudicar a la literatura: me pregunto cuantos buenos libros no estamos leyendo por estar relegados a estanterías de segunda fila en centros cuyos gestores ni siquiera saben el fondo que tienen.

 

I.V. Para finalizar, recomendemos un libro y una película. Una película: Codigo 46, de Michael Wintterbottom; y un libro: cualquiera de Cormac McCarthy, especialmente Meridiano de Sangre.

M.B. Cualquier libro de Benet, quizás iniciarse con las Trece fábulas y media y fábula decimocuarta, y los Cuentos completos para después llegar a Volverás a Región. Como película, los Cuatrocientos golpes de Truffaut.

R.M.S. Una película: Andrei Rublev, de Tarkosvki, que indaga en el tema de la creación artística. Un libro: habría infinitos, pero el último que me ha impresionado profundamente ha sido las Memorias de Ultratumba, de Chateaubriand. La literatura como milagro.

 

 

Ricardo Menéndez Salmón

(Gijón, 1971). Licenciado en Filosofía por la Universidadde Oviedo. Columnista del diario El Comercio, y coordinador de la revista El Norte de los Libros, en la actualidad trabaja como corrector en la editorial KRK. Ha publicado teatro (Las apologías de Sócrates, premio Asturias Joven de Textos Teatrales, 1999), novela (La filosofía en invierno, Panóptico, Los arrebatados), y también relato (Los desposeídos, premio Asturias Joven de Narrativa, 1996; Los caballos azules, premio de la Crítica Asturias de narrativa 2006, que concede la Asociación de Escritores de Asturias en el que se recoge el relato homónimo ganador del prestigioso premio internacional Juan Rulfo). Sus relatos, que han aparecido en revistas tan reputadas como Lateral y en el diario El País, han merecido algunos de los premios más importantes del género.

Su última obra publicada es La noche feroz, Premio de Novela Casino de Mieres 2006. En enero de 2007 publicará en la editorial Seix Barral la novela La ofensa.

                                                                                   

Ignacio del Valle

(Oviedo, 1971) Actualmente reside en Madrid. Dedicado en exclusiva a la escritura, ha publicado hasta la fecha cuatro novelas con excelentes críticas, Cómo el amor no transformó el mundo, El arte de matar dragones (premio Felipe Trigo), El abrazo del boxeador (premio Asturias Joven de Narrativa, 2000) y De donde vienen las olas (premio Salvador García Aguilar). Además, cuenta en su haber con más de cuarenta premios de relato corto a nivel nacional. Colabora con relatos y artículos en diversos periódicos y revistas. El tiempo de los emperadores extraños es su quinta novela, ha sido elegida Libro con Huella del año y es el gran lanzamiento de Alfaguara para este invierno.

 

Miguel Barrero

(Oviedo, 1980) Licenciado en Periodismo por la Universidad Pontificiade Salamanca, ha trabajado y colaborado en diversos medios asturianos. En la actualidad es redactor del semanario Les Noticies, donde coordina la sección de Cultura, y columnista del diario El Comercio. Con su primera novela, Espejo, obtuvo el premio Asturias Joven de Narrativa 2004. Ha sido finalista del Premio Bruguera de este año con su novela, Los últimos días de Michi Panero, aun inédita. Algunos de sus relatos han salido a la luz en las publicaciones Eventual y El Norte de los Libros, así como en el diario La Nueva España.

 

(Publicado en Biblioasturias04)



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Sobre el autor

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