Santiago Carrillo: “He sido un hombre que ha leído yo diría horrores”

(Gijón, 1915). Nacido en el seno de una familia de destacada militancia en el movimiento socialista, participó en los sucesos revolucionarios de 1934 y estuvo en la cárcel hasta las elecciones de 1936. Tuvo un papel destacado en la guerra civil como miembro de la Junta de Defensa de Madrid, en el exilio como miembro del Gobierno republicano y en el seno del PCE. En este partido fue elegido secretario general en 1960. Propuso una política autónoma de la URSS y alentó el fenómeno eurocomunista. Tras la muerte de Franco, en 1976, regresó a España y se convirtió en un protagonista destacado de la Transición.

Autor de una docena de libros, acaba de ver reeditadas, revisadas y aumentadas, sus Memorias (Planeta, 2008). A sus 93 años sigue manteniendo una gran actividad intelectual, escribe, da conferencias y colabora en programas de radio. En esta entrevista conoceremos los gustos literarios de una de las figuras más emblemáticas de la reciente historia de España.

 

Desde que abandonó la política activa ha escrito más de una docena de libros, generando una obra del máximo interés. La última, una reedición, corregida y aumentada de sus Memorias.

En realidad ésta es la reimpresión de un libro de 1993. Hasta entonces nunca había pensado en hacer un repaso autobiográfico, no podía ni planteármelo pues hasta los setenta y tantos años siempre estuve tremendamente ocupado. En la presentación de un libro conocí a Rafael Borrás, dirigente de Planeta. Él insistió mucho en que hiciese mis memorias. Esa presión coincidió con un período en el que yo ya no tenía una actividad política tan amplia y me decidí a hacerlas. Las escribí pensando que podrían ser interesantes para mucha gente pues por unas o por otras razones yo he participado desde muy jovencito en la vida política de este país, y he conocido y convivido con líderes políticos de izquierdas de todo el mundo, por lo que he estado metido en acontecimientos que podrían ser interesantes.

Traté de sistematizar el libro pensando en los ciclos de mi vida, así, un primer período era la República y la Guerra, un segundo período era el Exilio y un tercerola Transición. Yacon ese marco me puse a escribir y realicé el libro en tres o cuatro meses, sin apenas investigar ni buscar documentación, sin revisar un papel.

En el prólogo advierte al lector de su intención de justificar una actividad, de explicar el “por qué” de su vida.

Efectivamente, el libro me ha servido para explicar a la gente por qué yo me he visto metido en la política, en acontecimientos muy diversos, y en cierto modo razonar, hacer comprender a la gente que va a leer el libro y que me conoce por qué hice lo que hice. Es una rendición de cuentas.

Soy el que he sido, cambié porque el mundo ha cambiado”

 

También advierte en la introducción sobre una de las máximas de su vida: “Soy el que he sido, cambié porque el mundo ha cambiado”.

Exacto. Esa ha sido siempre mi preocupación. Hay quién piensa que ser siempre el que se ha sido significa repetir los mismos gestos, las mismas palabras, las mismas ideas de una época determinada, pero así no se es el mismo que se ha sido, así se va quedando uno atrasado y ni siquiera se es ya. Para ser el mismo que se ha sido hay que tener en cuenta los cambios que se suceden en el mundo, ante los cuales tienes que situarte.

Yo me he situado ante la cantidad de cambios que ha habido en estos años que me ha tocado vivir. Me he situado ante los cambios preocupado por tener una actitud creativa ante ellos, inspirada en los mismos principios pero teniendo en cuenta como cambian las cosas. En ese sentido he dado siempre una importancia enorme a la dialéctica; la dialéctica va transformando, cambiando las cosas, y o tú cambias también tu actitud o te quedas fuera.

Me gustaría preguntarle cómo ha sido su relación con la lectura a través de las etapas de su vida que antes mencionaba. Comencemos por su infancia y etapa republicana…

He sido un hombre que ha leído yo diría horrores. Y ya desde niño pues tuve la suerte de ir a una escuela, en Madrid, que estaba dirigida por gente de la Institución Librede Enseñanza. Yo entraba a las nueve de la mañana y cerraba la escuela con el Director a las nueve de la noche. Elloquiere decir que fuera de las clases, que terminaban a las siete, de siete a nueve, me aprovechaba de la biblioteca de la escuela y allí leí, entre los doce y los catorce años, prácticamente a todos los clásicos españoles. Lo cual me fue sin duda muy útil pues yo empecé a escribir también, como periodista, a los quince años, y si no hubiera leído mucho, es difícil que hubiese sido capaz de hacer como hacía, los resúmenes de los debates en las Constituyentes de la República. Enmi juventud he devorado las novelas de Dos Passos, de Hemingway, de Dickens -recuerdo especialmente las Memorias póstumas del Club Pickwick-, yo he leído horrores en aquel período y eso sin duda, ha contribuido a que pudiese escribir también libros de vez en cuando.

Guerra Civil…

En la guerra se leía menos, por lo menos yo leía menos pues de noche y de día estabas cogido por aquella situación y por las tareas dela guerra. Laverdad es que de esa época no tengo un gran recuerdo como lector.

Exilio…

Del exilio sí, en el exilio he vuelto a leerme a Galdós por ejemplo, yo hice un viaje de treinta días en barco, en plena guerra mundial, de Buenos Aires a Lisboa, en un barco en el que iba como único pasajero. Los alemanes habían hundido a otro barco de esa misma compañía quince días antes y los pasajeros que se iban a embarcar para Lisboa dejaron de embarcar por temor. Yo tenía que venir por tareas políticas, era un viaje clandestino, y aproveché los treinta días de soledad en el barco para releer a Galdós, y la verdad es que esa nueva lectura es una de las que más influencia ha ejercido en mí. Yo creo que no se conoce de verdad la historia del Siglo XIX español si no se lee a Galdós, y la historia del Siglo XIX es muy importante para comprender lo que pasó posteriormente en España.

En el período de la Guerra Mundialme leí también multitud de novelas, fundamentalmente rusas, como Vasili Grossman y su Vida y destino o Alexis Tolstoi, que no es el gran Tosltoi, pero que tiene un libro que se llama Tinieblas y amanecer de Rusia que es impresionante, describe con una brillantez y una fuerza enorme la Rusia que va de 1905 hasta 1920. He leído mucho a Ilya Ehremburg, quizás todo lo que ha escrito, y de su obra destaco las novelas que escribió durante la Guerra Civil y las de su paso por París. Entre ellas me quedo con una novela que se titulaba Las extraordinarias aventuras de Julio Jurenito y sus discípulos, muy curiosa.

Transición…

Desde la etapa de la Transición y hasta la actualidad he leído muchísimo, al menos hasta mi operación. De la literatura española puedo decirle que una de las novelas que más me ha impresionado, que más me ha “cogido”, es La sombra del viento. Acaba de salir El juego del ángel y lo voy a buscar en cuanto llegue a Madrid porque hay magia en este escritor.

“La República fue toda una frustración para la clase obrera de toda España”

¿Lee poesía? ¿Cuáles son sus poetas de referencia?

He tenido una época para ello. Cuando tenía diecisiete años tenía un amigo, Serrano Poncela, que era poeta y que me ayudó a aficionarme a la poesía. Recuerdoque en esa época en vez de corbata yo llevaba una charlina, pero es fue un momento muy fugaz de mi vida. Al poeta que he leído mucho, además de Machado, Espronceda, Bécquer… ha sido a Pablo Neruda. Ha habido una época en mi exilio, en la que tenía también un amigo ruso con el que me pasaba las tardes leyendo los versos de amor de la primera época de Neruda, y después he leído el Canto General y ese maravilloso poema sobre Walth Whitman… Que despierte el leñador. He leído poesía, ahora confieso que yo he sido uno de los pocos hombres que ha empezado a escribir joven, pero que no ha hecho nunca versos.

Tampoco ha escrito ficción…

No, no he escrito nunca ficción. Escribí una novela, publicada por Planeta, que se tituló Un joven del 36, pero no era ficción pues en realidad fundí en ella dos biografías, la vida de José Laín y la de un amigo mío de juventud que había muerto en la retaguardia alemana. Con ellas construí una novela en la que relataba la intrahistoria de un grupo de jóvenes españoles.

En sus viajes por todo el mundo seguro que ha conocido alguna que otra biblioteca o sistema bibliotecario destacable.

Curiosamente le voy a hablar de una biblioteca que yo conocí en Piong Yang, Corea del Norte. Una espléndida biblioteca que visité en torno al año 1970. Recuerdo que al solicitar un ejemplar de El Quijote, una funcionaria toco una serie de teclas y al momento, por una especie de canal, bajó mi Quijote en una edición en castellano. También he visitado importantes bibliotecas en China, allí las ediciones del Quijote estaban únicamente en chino, no había llegado el ejemplar en castellano.

En lo demás, he visitado pocas bibliotecas pues he sido un hombre que ha pasado cerca de cuarenta años viviendo con papeles falsos, con lo cual ni he aprendido a conducir un coche -pues con esos papeles no podía-, ni podía frecuentar muchos centros culturales donde podía verme alguien conocido o donde se precisaba mi identificación. Por eso le he hablado de bibliotecas de China y de Corea, donde no había peligro… (sonríe).

“he pasado cerca de cuarenta años viviendo con papeles falsos, con lo cual no podía frecuentar bibliotecas, donde se precisaba mi identificación”

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Guarda algún recuerdo de las bibliotecas asturianas previas a 1936, de aquéllos antiguos Ateneos?

Sí que conocí y utilicé mucho la del Ateneo Obrerode Gijón. Mi familia estaba en Madrid, pero mis abuelos y mis tíos estaban en Gijón, así que cuando tenía vacaciones escolares veraneaba en Gijón. Recuerdo especialmente un verano, podía ser el del año 1927 o 1928, en el que me leí todas las novelas de Salgari, con unos doce años, que encontré en la biblioteca circulante del Ateneo de Gijón. A esa edad Salgari era apasionante. De aquella biblioteca recuerdo que leí también Los Miserables, de Victor Hugo. Luego, en Madrid, había también una biblioteca circulante en mi barrio, Cuatro Caminos, de donde saqué muchísimos libros hasta los catorce años. No llegué a conocer los Ateneos de la zona minera asturiana, pero aquel era un modelo ejemplar.

Usted ha sido periodista antes que político ¿cómo ve la actual parcialidad de los medios de comunicación y su creciente papel en la creación de opinión?

Estamos viviendo en democracias mediáticas, en las que los partidos ya no tienen la influencia que tuvieron en otra época y son los medios de comunicación -fundamentalmente la radio, la televisión y los grandes diarios-, los que forman la opinión pública, más que los propios partidos, y hasta son los que forman a los líderes de los partidos. Hemos tenido en la historia reciente de este país líderes que en unos meses se hicieron enormemente conocidos por el apoyo de los medios. A veces los medios influyen poderosamente en la vida interior de los partidos. Un periodista que tenga una columna en un diario importante o encabece un programa de tv o radio, tiene mucho más poder y mucha más influencia política que la mayoría de los diputados del Congreso, que están allí, apoyan el botón para las votaciones -según dicte su partido- pero que no son conocidos casi ni por sus electores. Sin embargo hay una serie de periodistas que tienen una influencia, un eco y un poder que va mucho más allá que el de los políticos profesionales.

¿Cree que todo ello puede influir en la pérdida de peso específico del político?

Claro que influye. No sólo influye en la pérdida de peso específico del político dentro del Partido sino que el político además es enormemente vulnerable a lo que digan los medios. Los medios pueden hundir un político en veinticuatro horas, a veces con razón y otras sin ella. Además ése es uno de los problemas de la Democracia, pues los medios de comunicación siempre pertenecen a alguien, y ese alguien no somos los ciudadanos simples y corrientes que paseamos por las calles; son grupos de gente rica, poderosa, que utiliza los medios de comunicación para sostener un sistema económico, social, que les interesa. Además, con la globalización, gente como Berlusconi está influyendo en un sector de la opinión española cuando en realidad ni siquiera es español, pero es el que tiene un tanto por ciento de acciones de determinada empresa y manda en ella. Y a eso le llaman libertad de prensa. Eso significa libertad para grupos financieros importantes, a veces ni siquiera nacionales, pero no para los ciudadanos. La libertad es sólo para unos cuantos, y eso en el fondo es algo antidemocrático. La solución a este problema todavía no la sé, pero sé que no es justo ni democrático que los millonarios posean los medios de formar la opinión pública.

¿Ve alguna vía de solución a la actual situación de IU?

Izquierda unida, en realidad, fue la carátula electoral, lo que quedó del Parido Comunista de otros tiempos, y ha ido estrechándose, reduciéndose, como La piel de zapa de Balzac –otra referencia literaria- . Está sacudida por conflictos internos personales que no tienen nada que ver con ideologías, muchas de las batallitas existentes son simplemente porque fulano quiere llegar a ser concejal en vez de mengano, o cosas de ese tipo. Yo personalmente, aunque tengo un gran respeto por Gaspar Llamazares o por Rosa Aguilar, tengo muchas dudas de que IU pueda recuperarse. Además, el sistema electoral es inicuo y es un gran obstáculo; estuvo concebido para que los comunistas tuviéramos menos diputados de los que deberíamos haber tenido: cuando alcanzamos los veintitrés, si hubiera habido una ley proporcional hubiéramos tenido cincuenta. Nosotros necesitábamos sesenta mil votos por un diputado mientras el PSOE o la UCD de aquellos tiempos lo tenían con veinte o treinta mil. Sigue siendo lo mismo.

La manera de impedir una involución del país es que la izquierda sea también, a la hora electoral, un bloque”

Usted, hace 70 años, consiguió unir a las juventudes socialistas y comunistas ¿cree que la unión de fuerzas es el futuro de la izquierda en este país?

Yo he dedicado mi vida a luchar por la unidad de los socialistas y los comunistas. Siempre he tenido esa referencia. En la actualidad creo que en este país hay espacio para una izquierda de tipo socialista, que sea un poco la heredera de lo que fue el Partido Comunista, pero con una mentalidad adecuada al día de hoy. Una izquierda socialista que a la vez sea ecologista puesto que el problema de la conservación del planeta se está convirtiendo en algo muy serio. Que junto con el partido socialista cubra el espacio de la izquierda en este país, pero creo que esa izquierda socialista autónoma tiene que colaborar con el partido Socialista, tiene que hacer frente común con el Partido Socialista de cara a las batallas electorales, porque en este país tenemos una derecha fortísima. Las últimas elecciones muestran que si el PP tuvo diez millones de votos, la izquierda, uniendo los votos de PSOE e IU obtuvo trece. Tres millones más. Pero la manera de ganar las elecciones e impedir una involución del país es que la izquierda sea también a la hora electoral un bloque. Mientras que no haya ese bloque, espontáneamente los ciudadanos votarán a quien tiene más posibilidades de ganar, es el voto útil. Pero los socialistas harían mal en confiarse demasiado en eso, puesto que la gente se cansa del voto útil. En éstas ha votado útil, pero cansada, en las próximas, puede no votar útil y ganarla derecha. Loque quiero decir, es que el PSOE no debería ver con hostilidad la concreción de un Partido Socialista de izquierda, que sea hoy el referente de lo que fue el comunismo en este país.

Usted participó en la creación del actual estado democrático, con la Monarquía Parlamentaria, pero ¿cree que en un futuro viviremos la III República Española?

Hombre sí, yo creo que sí. Pero eso a mí no me preocupa. Mire usted, yo fui a la cárcel tres veces -una de ellas estuve año y medio preso-, por defender la República, y con la República comunistas y socialistas fuimos perseguidos. En ella hubo dos fases, una la del bienio republicano socialista, y otra la del bienio negro, en la que se produjo el movimiento de octubre de 1934. Hay gente que idealiza aquella República y lo cierto es que aquélla República, con la presión de la derecha y con la presión de las potencias internacionales, fue toda una frustración para la clase obrera de toda España. Consiguió hacer una obra cultural importante pero no consiguió cambiar de verdad, a fondo, la situación de las masas trabajadoras y se produjo una radicalización fortísima de los trabajadores, de la juventud, porque la República -y hablo ya también del bienio socialista-, no consiguió hacer a fondo la reforma agraria, no había ningún tipo de subsidio para los parados, eran años de crisis mundial… Se está idealizando la República y hoy sabemos lo que dan de sí la repúblicas comola de EEUU, presidida por Bush, la francesa, con Sarkozy o la italiana con Berlusconi… ¿de qué República estamos hablando? Nosotros tenemos una Monarquía Parlamentaria que ha integrado el principio fundamental republicano, que es el principio de la soberanía del pueblo. El Rey no es soberano. Y además hemos tenido el acierto de que el Rey no venga traído por las derechas, sino que el Rey, en las constituyentes, fuese aprobado también por las izquierdas. Hoy tenemos un Rey que no depende de las derechas y que se entiende mejor con las izquierdas. Tenemos ya una derecha bastante fuerte, no la reforcemos más arrojando al Rey en sus brazos y seamos conscientes de que con esta Monarquía Parlamentaria hemos conquistado libertades mucho mayores de las que conquistó la República.

Finalmente, pese a que se fue de Asturias muy joven, siempre ha mantenido un contacto con nuestra tierra, asistiendo a sus procesos de industrialización y desindustrialización… ¿cómo nos ve? ¿Es optimista ante el futuro de nuestra región?

Yo siempre he estado muy preocupado por la pérdida de peso de Asturias en la vida del Estado español desde la decadencia de la minería yla siderurgia. Históricamente, cuando se movía Asturias temblaba España. Encuentro que esa crisis tan seria ha repercutido mucho en la vida de Asturias, pero la está superando con éxito, que ha habido una diversificación y una introducción de empresas de nuevas tecnologías y que hoy en Asturias no hay más parados de lo que es el resto de regiones de España. Yo creo que Asturias está resurgiendo de nuevo, y como asturiano eso me produce satisfacción.

 

(Publicado en Biblioasturias10, 3er trimestre 2008)

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